29 de septiembre de 2009

Catálogo de IKEA



Introducción.

Sábado a las diez y media


Libro Primero.

1. Del objeto.

Bienvenidos a la república independiente de tu casa
tras más de viente minutos
de irritante caravana: accesos saturados y
salidas de autopista congestionadas.

2. De la comunidad.

Bienvenidos
a la república independiente de mi casa.
Somos tantos y estamos tan próximos unos a otros
empujándonos, rozándonos, aplicándonos los codos,
maniobrando con los cochecitos de niño en los arrabales de la nanociudad,
que parecemos atracar ante la sede
de la federación de repúblicas independientes de todas las casas.

3. De la organización de la comunidad.

Bienvenidos
a la república independiente de nuestras casas.
Las repúblicas que afluyen a la megalópolis en busca de abastos,
poseen leyes, banderas, lemas y peculiaridades nacionales.
Pocas de ellas parecen afectadas
por las hipotecas y demás cargas de la banca,
por los impuestos y demás cargas de la verdadera República Independiente
-que nunca es la nuestra-
por la sumisión a las normativas de la compañía eléctrica,
de la de aguas, de la del gas, de la telefonía -fija, móvil e Internet-,
de la del cable,
a las ordenanzas municipales, etcétera.
No está claro, con todo, que consideren que su independencia está en entredicho.

Libro Segundo.

1.- De la constitución de la República.

"
Bienvenidos,
a este lugar en el que donde caben seis mil caben también siete mil.
Sed bienvenidos
y recordad que para ordenar, recordar, localizar y ennoblecer vuestras compras
ponemos a vuestra disposición lápices, metros de papel y octavillas plastificadas.
Algunos nos querrán ridiculizar por ello,
Idioten kaufen einfach alles,
pero todos sabemos que nunca está de más guiar a los desvalidos.

Podéis comenzar vuestra ruta.
Observaréis que en la entrada no os recibe Eduardo Mendoza,
perdón,
Gillis Lundgren,
el diseñador de la librería BILLY,
privilegio que ostenta este año en nuestro catálogo,
-más leído que cualquiera de los libros del tal Mendoza,
dicho sea de paso-.
Por cierto,
volviendo un momento a lo de antes,
nos llaman Idioten kaufen einfach alles
una serie de envidiosos que se amparan
en nuestros precios populares
y la aparente estructuración reiterativa
de nuestras tiendas y publicaciones.
Pero nosotros
-y vosotros-
sabemos que lo barato no es sinónimo de deficiente
y que nuestra organización
no es pura repetición
sino iteración,
repetición siempre diferente.
Aún más: fractalidad.
Así es.
Bienvenidos, por tanto, al barato mundo fractal
."

Libro Tercero.

1. De aquello que es y no puede no ser.

Pues aquí estamos,
por fin,
en el mundo IKEA.
¿Nuestro equipaje?
Un billete de veinte euros, la VISA de los pobres
y una tarde de viernes perdida entre páginas de catálogo.

2. De los modos de aquello que es.

Sabemos por éste que
"afortunadamente la creatividad no depende del presupuesto",
-aunque debe influir en algo-
que hay "buenas ideas que crean grandes espacios",
-pese a que el espacio no es sólo una dimensión psíquica
sino también física y no hay más metros que los que arden-,
que "para la nueva colección IKEA PS nuestros diseñadores
han recorrido el mundo entero.
Han buscado desde las raíces del mundo antiguo,
hasta las más modernas técnicas"
-y tal vez sea mejor no preguntarse
dónde han encontrado las raíces del mundo antiguo
en un viaje
(¿a lo largo y ancho del mundo
en, calculemos, ochenta días?)-,
que "con las fundas desenfundables"
-entrañable concepto-
"no tienes que preocuparte por las manchas ni tampoco por los niños",
-y eso siempre es un alivio-,
que "es cierto que tienes que montarla,
pero Marcus quiere que te reflejes
en sus luces y sombras"
-lo cual puede dar paso a la absoluta oscuridad
si no dominas los fundamentos del bricolaje
o no entiendes las instrucciones mínimas,
aquellas que cualquier infante comprendería
pero que nosotros, llegados a esa edad
en la que nada nos parece sencillo ni obvio,
ya empezamos a no entender bien-,
o que con la librería puedes encontrar "siempre tu libro favorito a la primera"
-promesa que, de cumplirse, supondría un logro de primer orden
para la investigación científica en el área de las humanidades-.
Sabemos todo eso y más.

3. Del saber acerca de aquello que es.

Este conocimiento suministrado por el Texto
ya nos predispone:
acomoda el ojo,
establece el ángulo
y la intensidad de la iluminación
para que podamos ver sin anteojeras y
nos revela la poliformidad de lo inaudito.

4. De los atributos accesibles al entendimiento.

Así, avanzamos lentamente
por el imperio de lo efímero
("Nos sirve hasta que compremos uno bueno" -le espeta uno a otro-),
de la acomodación a lo diminuto
("!Éste nos cabe, éste nos cabe!" -exclama uno alborozado mientras otro desconfía-),
de la socialización del diseño
("Si lo combinas con aquella otra..." -propone uno, entusiasta, a otro-),
del comunismo de la abundancia simulada
("Compra cinco, no, siete..." resuelve uno ante la prevención de otro-)
que no es más que el de la carestía para la mayoría
mientras la minoría viva de algunos crueles beneficios del capitalismo
("Siempre puede usted ir a IKEA si considera que este mueble a medida
no se ajusta a sus posibilidades" -dice uno que vende en una tienda a otro,
con sonrisa de suficiencia, sí, pero cómplice-).

5. De las determinaciones de aquello que no es.

En esta peregrinación vemos, al pasar,
ancianos jubilados probando sofás de difíciles combinaciones,
jóvenes parejas desconcertadas comprando nimiedades estratégicamente situadas,
matrimonios adultos discutiendo acaloradamente sobre precios o colores
y niños que psicopedagogos necesitados de justificar el sueldo
diagnosticarían como hiperactivos
-pese a que su "enfermedad" también podría tener que ver con un simple problema
de simple buena educación-,
saltan entre camas y sillas
desafiando la flema de los atentos empleados
que procuran apartarlos sin reprenderlos.

6. De la relación entre diferentes tipos de ser.

La multitud que sigue el itinerario marcado
mide, toca y sopesa,
abre, cierra y aprieta,
coge, deja y vuelve a coger,
apunta, tacha y pregunta:
en la gran república independendiente del beneficio
no existen ni la anomia ni la abulia.

7. Del primer principio.

Pasan las horas y, por fin,
se llega al babélico almacén
donde abscisas y coordenadas
-Descartes vivió en Suecia
es más, allí murió-,
distribuyen los empaquetamientos del gran Lego
y nos precipitan al centro neurálgico de la Gran Fábrica:
la fila de cajas.

8. De la moral.

Es aquí donde comienza la última etapa del viaje
que exige la santa virtud de la paciencia.

9. De la necesidad.

Mientras esperamos detrás de una señora
que maneja, como en el Far West,
dos carros atiborrados de maderas múltiples
y delante de una familia,
que organiza con esmero y orgullo los materiales
en otro cargado hasta los topes,
reflexionamos sobre nuestra compra y
comprendemos que sólo necesitamos
dos saleros y un lote de diez perchas: poco más de seis euros.

10. De la felicidad.

Hay cajas "automáticas" para los que hayan adquirido menos de quince artículos
donde un amable supervisor "te ayuda" a pasar la tarjeta
(y -sin decirlo, por supuesto- al tiempo verifica tu identidad y se asegura
de que pases por el scanner todos los productos que lleves contigo).
Nos ponemos en sus manos:
5,54 euros.
Le doy la tarjeta y pese a la ridícula factura
mira el DNI para cerciorarse de la correspondencia.
Como se dice en el catálogo, "estamos trabajando para conseguir más con menos":
no hay menos que no sea más en la República independiente de IKEA.

Libro Cuarto.

1. Del extrañamiento de sí.

Tras cuatro horas y media más y seis euros menos,
siempre más es menos,
decimos adiós a la República independiente de todas las Repúblicas,
sin saber exáctamente, qué pensar.

2. De la consolación de la poesía.

La respuesta la encontramos
en un pequeño envoltorio de plástico que se estampa contra el parabrisas
por la fuerza del viento.
Al salir a quitarlo,
aún en el recinto de la nanociudad,
leemos "¡ADVERTENCIA!: Riesgo de ahogo. Mantener las bolsas de plástico
fuera del alcance de los bebés y niños."

Epílogo

Creo que ya sé qué pensar...


26 de septiembre de 2009

Campos de concentración, juicios por crímenes de guerra: un nuevo argumento contra la singularidad absoluta del Holocausto




La tesis de la singularidad del Holocausto puede ser comprendida de una manera moderada o bien absolutizada hasta el punto de convertirse en un dogma que impida, en el futuro, reconocer constantes, atribuyendo a la excepcionalidad su irrepetibilidad. En ese caso, el entendimiento crítico podría ser tomado, de nuevo, por sorpresa.

Más allá de si es una aseveración eurocéntrica (que también probablemente lo es) y recurso de cierta intelligentsia literaria -que se unta con un ligero barniz de tópicos para evitarse una reflexión cuidadosa que lleva su tiempo y requiere de muchos matices-, uno de los riesgos de la tesis es que, obviando unos datos históricos en beneficio de otros, nos predisponga a un juicio trivial, aplanador, que nos deje indefensos ante numerosos acontecimientos presentes, pasados y futuros.

Por ejemplo, afirmar la singularidad del exterminio en masa nacionalsocialista y situar su etiología en "Occidente" sin introducir, como factor de corrección o examen, el hecho de que, por ejemplo, en Ruanda durante la primavera de 1994, y en pocas semanas, más de 800.000 tutsis y hutus moderados fueron masacrados valiéndose de medios poco sofisticados (como el machete), podría ser imprudente y contribuiría a seguir dando pábulo a algunos relatos mistificadores de esa supuesta entidad llamada "La Cultura Occidental" (postulada como evidente y aceptada acríticamente) cuyo modo de existencia físico y moral debería, al menos, ser objeto de un minucioso análisis.

Pero no es necesario remontarse hasta las abstracciones. En la Guerra de Secesión estadounidense (1861-1865) los prisioneros de guerra eran normalmente recluidos en campos de prisioneros (o de concentración). El de Andersonville, abierto por los confederados en 1864, tiene el dudoso honor de ser uno de los primeros campos de exterminio por inanición de la Historia -pues seguramente ha debido haber otros antes, en otros lugares-.

Sin barracones ni instalaciones de ningún tipo, su comandante, Henry Wirz, no permitió construcción alguna para proteger a los internos salvo la empalizada que servía como muro, el campo era una extensión pantanosa en gran parte plagada de agujeros cavados en el suelo en los cuales se guarecían los presos yankees.

"La única agua potable con la que contaban era la que podían recoger con sus ropas cuando llovía. En la parte interior del campo, a unos seis metros de la empalizada, se levantaba una pequeña valla de madera que marcaba la llamada 'línea de la muerte'; si un interno se atrevía a traspasarla, era tiroteado de inmediato por los guardias que vigilaban desde las torretas" (Jesús Hernández. Norte contra Sur, p191).

De los 45,000 soldados de la Unión que fueron recluidos en él durante los poco más de seis meses en que estuvo abierto, más de 12,000 murieron en deplorables condiciones.

Tras la derrota del Sur, Henry Wirz fue juzgado en Washington por "asesinato en en violación de las leyes y costumbres de la guerra", condenado a muerte y ahorcado el 10 de noviembre de 1865.

¿No percibimos un cierto "aire de familia" (Wittgenstein) en el relato?

23 de septiembre de 2009

Recital de poesía de Gsús Bonilla y Sonia Fides



El próximo 27 de septiembre, en el bar Malatesta (Lavapiés), dos poetas que aprecio y admiro, Gsús Bonilla y Sonia Fides, compartirán palabra. Estoy seguro de que será un placer verlos y escucharlos. Lamentablemente, los que vivimos en las periferias lo tenemos difícil. A ver si os animáis a venir por estos laros y disfrutamos un poco de vosotros.

21 de septiembre de 2009

Escribe Jonathan Pincus...




"Ni la mayoría de los enfermos mentales son violentos, ni la mayoría de los afectados por defectos neurológicos son violentos, ni la mayoría de aquellos que han sido maltratados en la infancia son violentos. Pero cuando estos tres factores se dan a la vez en un individuo, éste es muy vulnerable a la violencia y es muy difícil inhibir ese impulso".

(en Punset, E. Cara a cara con la vida, la mente y el universo, p166).

17 de septiembre de 2009

Presentación del nuevo libro de José Naveiras






Mi querido José Naveiras acaba de publicar nuevo libro, esta vez en prosa. Se trata de El incendio y otros relatos, con prólogo de Carlos Salem, en Ediciones Atlantis y lo presentará el próximo 30 de septiembre en el hotel NH Embajada (C/Santa Engracia 5. Metro Alonso Martínez, Madrid) a las 20:00 horas.

Mucha suerte con tu nuevo trabajo Pepe.

16 de septiembre de 2009

Escribe Sloterdijk (y IV)...








"Pienso además que todos esos nuevos maníacos amigos de la conexión a la red que nos quieren endosar los ordenadores personales y las autopistas de la información no hacen otra cosa que travestir algunas motivaciones clásicas de la izquierda utópica en su comercialización mercantil: el aligeramiento revolucionario a través del monitor del ordenador. Como consecuencia de todo ello, prácticamente todos los que marcan hoy las tendencias que hay que seguir se habrían desplazado a la izquierda. Por desgracia, apenas nadie se hace una idea lo bastante clara de lo que hoy puede concebirse como un fundamento de la izquierda. La nueva izquierda parece el empresariado en busca de una sociedad que sea lo suficientemente moderna para sus productos... En la actualidad el conjunto del mundo económico no transmite más qaue un único mensaje: apresurémonos a la transformación en todos los ámbitos, y lo más rápidamente posible. Ésta es la retórica revolucionaria en estado puro, aunque ahora aparece en boca de managers, asesores o diseñadores. La escalada de esta profunda guerra mundial ente lo ligero y lo pesado ha entrado, pues, en una nueva fase."

(Experimentos con uno mismo. Una conversación con Carlos Oliveira, trad. de Germán Cano, p151).

13 de septiembre de 2009

Escribe Sloterdijk (III)...






"De ahí que en el seno de la derecha exista un concepto de sacrificio mientras que, en la izquierda, a lo sumo, un concepto de esfuerzo, de derroche. La derecha puede concebir que los hombres no sólo mueran a causa de algo, sino por algo. La izquierda sólo puede indignarse por tal hecho o mirar a otro lado... al menos así hace en un tiempo como el nuestro, donde los combates por la libertad hace tiempo que quedaron atrás y los mártires de la izquierda son percibidos más bien con cierta perplejidad... Las izquierdas utópicas albergan el sueño de aligerar la vida hasta privarla totalmente de peso, quieren la gran fiesta, ahora y para siempre... Naturalmente, playas blancas, ron blanco, sin ropa y en pelota picada, relaciones ligeras con todo lo que lleva taparrabos."

(Experimentos con uno mismo. Una conversación con Carlos Oliveira, trad. de Germán Cano, p150).

10 de septiembre de 2009

Escribe Sloterdijk (II)...




"Pero esta acción de la izquierda, una acción que siempre ha ido seguida de una reacción de la derecha que, desde las postrimerías del siglo XVIII, se ha manifestado de manera ruidosa y consciente de sus principios. La esencia de las derechas o la derecha radica en que rechaza esta nueva ligereza y reflexiona sobre los límites del aligeramiento. La derecha era hasta hace poco el partido de lo pesado, la derecha cree en la imposibilidad de superar lo ineludible, una categoría, dicho sea de paso, con la que Heidegger ha trabajado. Ésta es la razón por que la derecha siempre ha tenido un concepto de realidad más duro, más correoso y también más sombrío. El mundo es pesado, y más pesado de lo que el día ha pensado... éste sería el himno de los conservadores. En el fondo, podría decirse, si se quiere formular esto de un modo amable a la vez que altamente ajustado, que los conservadores reales no son conservadores de privilegios ni tampoco conservadores de valores: son conservadores de lo pesado."

(Experimentos con uno mismo. Una conversación con Carlos Oliveira, trad. de Germán Cano, p149-150).

7 de septiembre de 2009

Escribe Sloterdijk (I)...



"Estamos envueltos en una guerra mundial invisible y apenas comprendida, una guerra universal muy profunda por el peso del mundo. Hasta ahora esa guerra era idéntica a la guerra entre la izquierda y la derecha, habida cuenta de que las izquierdas o la izquierda representaban la voluntad de aligerar la vida y la superación de las cargas indignas que se ciernen sobre nosotros. Lo pesado es inhumano: éste es más o menos el axioma subyacente a la izquierda. Ser moderno y de izquierdas, esto significa, en primer lugar, vivir en algo así como un proyecto de aligeramiento y tomar parte en las conquistas que hacen la vida más ligera para el mayor número de personas posible."

(Experimentos con uno mismo. Una conversación con Carlos Oliveira, trad. de Germán Cano, p149).

4 de septiembre de 2009

Unos haikus de Hashimoto Takako, Kawabata Bôsha y Nakatsuka Ippekirô



Nakatsuka Ippekirô (1887-1946)

yameba futon no soto fuyuumi no aoki wo oboe

postrado en cama, me envuelve el hondo azul
del mar de invierno

Hashimoto Takako (1899-1963)

gekkô ni / inochi shi ni yuku / hito to neru

bajo esta luna
duermo al lado de alguien
que va a morir

Kawabata Bôsha (1900-1941)

hô sange / sunawachi shirenu / yuku e kana

¿a dónde va
la flor de la magnolia?
nadie lo sabe...

(Instantes. Nueva antología del haiku japonés. Trad. de José María Bermejo, p213, 222, 225)

1 de septiembre de 2009

De dogmas y demonios: una nota sobre el estado de la educación en Europa



Por un lado, debo reconocer, muy a mi pesar, que la mayor parte de mi vida he sido un individuo dogmático. En la adolescencia seguí con fervor la axiomática cristiana y en mi juventud, y hasta hace pocos años, la marxista. No dice mucho en mi favor pero a modo de disculpa también se puede aducir que una mínima relación de principios parece imprescindible para orientar nuestra acción y que la precipitación y la falta de reflexión puede trocarla fácilmente en la estricta observancia de una férrea dogmática.

Por otro, tengo la impresión de que lo fantasmático es tan constitutivo de la experiencia humana, al menos en la actualidad, como lo que denominaríamos "material" -sea lo que sea, en realidad, esa "materia". Sería conveniente elaborar una fantología (como ya proponía Derrida en Spectres de Marx) que nos ayudara a conceder a la dimensión inmaterial el lugar que se merece en la descripción del funcionamiento de nuestra mente. Con todo, y a la espera de que alguien elabore esa taxonomía, parece claro que uno de los tipos fantasmáticos que interviene en la determinación de objetivos y estrategias rectoras de los humanos son nuestros "demonios".

Todo esto viene a cuento, o debería venir, de un texto escrito por uno de mis demonios preferidos, alguien a quien he detestado durante años con pasión en su condición de "traidor a la causa" y "vendido". En él expone las consecuencias que un determinado libertarismo de moda en la clase alta, que hizo del antiautoritarismo infantil su bandera, ha tenido para la educación de las clases más desfavorecidas de nuestras sociedades. Consecuencias que he podido constatar a lo largo de mi experiencia como docente en barrios marginales del extrarradio barcelonés en los últimos quince años.

Escribe este demonio:

"El empobrecimiento y desorden que ha padecido la enseñanza pública, tanto en Francia como en el resto del mundo, ha dado a la enseñanza privada, a la que por razones económicas tiene acceso sólo un sector social minoritario de altos ingresos, y que ha sufrido menos los estragos de la supuesta revolución libertaria, un papel preponderante en la forja de los dirigentes políticos, profesionales y culturales de hoy y del futuro. Nunca tan cierto aquello de 'nadie sabe para quién trabaja'. Creyendo hacerlo para construir un mundo de veras libre, sin represión, ni enajenación, ni autoritarismo, los filósofos libertarios como Michel Foucault y sus inconscientes discípulos obraron muy acertadamente para que, gracias a la gran revolución educativa que propiciaron, los pobres siguieran pobres, los ricos ricos, y los inveterados dueños del poder siempre con el látigo en las manos."

Un lúcido retrato que quienes hemos tenido ocasión de contemplar de cerca y no sólo a través de los filtros mediáticos no podemos sino compartir. Y, tras este resultado, una dogmática que en su momento amé y respeté:

"Es evidente que Mayo del 68 no acabó con la "autoridad", que ya venía sufriendo hacía tiempo un proceso de debilitamiento generalizado en todos los órdenes, desde el político hasta el cultural, sobre todo en el campo de la educación. Pero la revolución de los niños bien, la flor y nata de las clases burguesas y privilegiadas de Francia, quienes fueron los protagonistas de aquel divertido carnaval que proclamó como eslogan del movimiento "¡Prohibido prohibir!", extendió al concepto de autoridad su partida de defunción. Y dio legitimidad y glamour a la idea de que toda autoridad es sospechosa, perniciosa y deleznable y que el ideal libertario más noble es desconocerla, negarla y destruirla. El poder no se vio afectado en lo más mínimo con este desplante simbólico de los jóvenes rebeldes que, sin saberlo la inmensa mayoría de ellos, llevaron a las barricadas los ideales iconoclastas de pensadores como Foucault. Baste recordar que en las primeras elecciones celebradas en Francia después de Mayo del 68, la derecha gaullista obtuvo una rotunda victoria.

Pero la autoridad, en el sentido romano de auctoritas, no de poder sino, como define en su tercera acepción el Diccionario de la RAE, de "prestigio y crédito que reconoce a una persona o institución por su legitimidad o por su calidad y competencia en alguna materia", no volvió a levantar cabeza. Desde entonces, tanto en Europa como en buena parte del resto del mundo, son prácticamente inexistentes las figuras políticas y culturales que ejercen aquel magisterio, moral e intelectual al mismo tiempo, de la "autoridad" clásica y que encarnaban a nivel popular los maestros, palabra que entonces sonaba tan bien porque se asociaba al saber y al idealismo. En ningún campo ha sido esto tan catastrófico para la cultura como en el de la educación. El maestro, despojado de credibilidad y autoridad, convertido en muchos casos en representante del poder represivo, es decir, en el enemigo al que, para alcanzar la libertad y la dignidad humana, había que resistir, e, incluso, abatir, no sólo perdió la confianza y el respeto sin los cuales era prácticamente imposible que cumpliera eficazmente su función de educador -de transmisor tanto de valores como de conocimientos- ante sus alumnos, sino de los propios padres de familia y de filósofos revolucionarios que, a la manera del autor de Vigilar y castigar, personificaron en él uno de esos siniestros instrumentos de los que -al igual que los guardianes de las cárceles y los psiquiatras de los manicomios- se vale el establecimiento para embridar el espíritu crítico y la sana rebeldía de niños y adolescentes.

Muchos maestros, de muy buena fe, se creyeron esta degradante satanización de sí mismos y contribuyeron, echando baldazos de aceite a la hoguera, a agravar el estropicio haciendo suyas algunas de las más disparatadas secuelas de la ideología de Mayo del 68 en lo relativo a la educación, como considerar aberrante desaprobar a los malos alumnos, hacerlos repetir el curso, e, incluso, poner calificaciones y establecer un orden de prelación en el rendimiento académico de los estudiantes, pues, haciendo semejantes distingos, se propagaría la nefasta noción de jerarquías, el egoísmo, el individualismo, la negación de la igualdad y el racismo. Es verdad que estos extremos no han llegado a afectar a todos los sectores de la vida escolar, pero una de las perversas consecuencias del triunfo de las ideas -de las diatribas y fantasías- de Mayo del 68 ha sido que a raíz de ello se ha acentuado brutalmente la división de clases a partir de las aulas escolares. La enseñanza pública fue uno de los grandes logros de la Francia democrática, republicana y laica. En sus escuelas y colegios, de muy alto nivel, las oleadas de alumnos gozaban de una igualdad de oportunidades que corregía, en cada nueva generación, las asimetrías y privilegios de familia y clase, abriendo a los niños y jóvenes de los sectores más desfavorecidos el camino del progreso, del éxito profesional y del poder político."

Para mi vergüenza, y aún hoy ando a vueltas con los efectos que debería deducir de este colusión entre dogmatismo y fantología, las líneas están firmadas por Mario Vargas Llosa...

¿Y ahora qué?