10 de octubre de 2010

10 de octubre de 2010: a vueltas con Sokal y el relativismo (II)


Y es que, como también apunta en cierto modo el propio Rais, el problema es, como casi siempre en Filosofía, un problema de distinciones, de matices. No es incompatible un "cierto" relativismo ontológico o, mejor dicho, una moderación de cualquier ontología fuerte con un rechazo frontal al relativismo epistemológico: no estamos condenados a permanecer en la burbuja de la mediación lingüística como horizonte insuperable. Si no distinguimos adecuadamente los niveles podemos quedar cautivos de un lingüisticismo extremo que nos llevaría de cabeza al relativismo más absoluto e ingenuo.

La investigación de Derrida sobre las condiciones de posibilidad de la metafísica de la presencia, de la ontología clásica occidental, funcionan a un nivel metafísico, no físico: estamos hablando de dos planos absolutamente diferentes. Metafísicamente, la ausencia impregna la presencia, la mediación suplanta lo inmediato, el ser funciona como el signo, el mundo como texto, etc. En el nivel empírico no hay ausencia en el muro contra el que choco mi cabeza: no quedará una parte vacía que hará que el impacto sea menor puesto que los cuerpos físicos son sólidos y empíricamente presentes al menos en las magnitudes en que nos afectan o que captamos mediante nuestro aparato sensorial. Los principios metafísicos derrideanos no se pueden trasladar automáticamente al plano empírico y la lingüisticidad general o la retoricidad general no impiden que haya "cosas" percibidas extra-lingüísticamente o conceptos en textos que funcionan como tales y no son meras metáforas, como por ejemplo el concepto "metáfora" que no es una metáfora sino un concepto...

Asimismo, meta-físicamente, el anudamiento de la negación en el ser, el tejido textual de los entes, puyede conducir a una epistemología moderada pero no al relativismo (y Derrida se cuida mucho de negar la posibilidad de la verdad ni mucho menos la realidad del mundo exterior ni siquiera que éste exista sólo en tanto que lingüísticamente mediado) ni siquiera al escepticismo. Con todo, repito, ese nivel no tiene nada que ver con el de la vida en el mundo empírico humano. En este no necesitamos una epistemología necesariamente moderada pues podemos afirmar sin problemas no sólo verdades matemáticas universales sino también verdades físicas ("ningún ser humano puede saltar con el solo impulso de sus piernas cuatro cientos cincuenta mil kilómteros de alto") o sociales ("los textos no tienen una única interpretación").

Resumiendo, de la misma manera que en física se distingue entre la magnitud macro, la banda media y la magnitud micro y se tiene claro, de momento, que no rigen las mismas leyes para los tres dominios, filosóficamente podemos distinguir, como mínimo, entre el plano metafísico y el empírico y los principios de ambos dominios no tienen porqué coincidir aunque sería interesante que fueran consistentes siempre y cuando creamos que debe haber alguna relación -lo cual no está del todo claro- entre lo necesario y lo contingente, lo absoluto y lo relativo, lo ideal y lo empírico.

De modo que no estamos condenados por la insuperabilidad metafísica de la mediación lingüística al relativismo y la inacción empírica. Asimismo, tal vez podamos, y debamos, acabar con el vicio filosófico (y más presencialista que esto no hay nada) de suponer, siempre, la presencia del fundamento ideal como condición de lo empírico y su necesaria relación íntima de modo que lo dicho metafísicamente tenga su correlato empírico cuando se trata de dos órdenes diferentes entre los cuales habría que ver si ha de haber alguna conexión.

No sucede nada anormal por separar ambos dominios o por no ser capaz de apoyar las tomas de posición contingentes y empíricas en algo ideal, metafísico: podemos y debemos distinguir ambos niveles y, al hacerlo, de hecho estamos dando cumplimiento a la crítica acertada que Heidegger y Derrida dirigieron al pensamiento hegemónico en la tradición Occidental. El fundamento abismal no es sino otra manera de decir que lo contingente no puede ser saturado por lo metafísico ni a la inversa. Entre los entes y el ser pudiera no haber ninguna relación en absoluto...