31 de julio de 2011

Precisión sobre la "Entrevista a un poeta"


Con espanto comprueba uno que su entrada "Entrevista a un poeta", borrador previsto para colgar a fin de mes - antes del retorno de Saint Andrews - ha aparecido el 21 de julio con una redacción diferente de la final y, lo peor, sin el enlace que debía aportar alguna luz sobre el juicio que merecen las palabras de Batania/Neorrabioso/Alberto. El texto corregido que debería haber aparecido era el siguiente (con el enlace apropiado):

"De mi admiración por Batania/Neorrabioso/Alberto no he hablado mucho y menos cuando no se ha dignado todavía leerse mi última recopilación de poemas que le pasó Gsús Bonilla. Pero no se puede tener todo: no se puede esperar que el admirado responde a las pretensiones del admirador (Aristóteles dixit a propósito del motor inmóvil).

Menudencias aparte esta entrevista que le hace una televisión, supongo que local, es una de las más originales y entrañables que uno ha visto de las hechas a un poeta (dejando de lado algunos casos de Bouillon de Culture y alguna de Soler Serrano) De las que llevan años circulando por la 2 y en Catalunya mejor no hablar.

Un consejo para poetas fatuos, benditos, malditos, vanguardistas, etc... Mejor no quedarse en la mera superficie del decorado y la falta de sponsor: es más fácil ir al meollo. Este sí que es un poeta de verdad, maldito y sin vanidad alguna. Y lo dice uno que respeta a algunos fatuos, vanguardistas, malditos y benditos y nada tiene que perder con ello.

La entrevista de Paloma Corrales a Batania para VEOGUADA TV."

Disculpad el error.

21 de julio de 2011

Entrevista a un poeta


De mi admiración por Batania/Neorrabioso/Alberto no he hablado mucho y menos cuando no se ha dignado todavía leerse mi última recopilación de poemas que le pasó Gsús Bonilla. Pero no se puede tener todo: no se puede esperar que el admirado responde a las pretensiones del admirador (Aristóteles dixit a propósito del motor inmóvil).

Menudencias aparte, esta entrevista que le hace una televisión supongo que local, es una de las más originales y entrañables que he visto nunca de las hechas a un poeta dejando de lado algunos casos de Bouillon de Culture y alguna de Soler Serrano. De las que llevan años circulando por la 2 y en Catalunya mejor no hablar.

Un consejo para poetas fatuos, benditos, malditos, vanguardistas, etc: no quedarse en la mera superficie del decorado y la falta de sponsor: vamos al meollo. Este sí que es un poeta de verdad, maldito y sin fatuidad alguna. Y lo dice quien admira a algunos fatuos, vanguardistas, malditos y benditos y nada tiene que perder.

17 de julio de 2011

"La enfermedad del lado izquierdo" de Esteban Gutiérrez y el goce


Hace unos días Esteban Gutiérrez, en la presentación de La enfermedad del lado izquierdo (Eutelequia, 2011) en Barcelona, decía que se daba por satisfecho si el lector pasaba un par de horas agradables con la lectura de su novela y, si era posible, en compañía de una copa de buen vino.

Y, antesdeayer, uno decidió seguir el consejo de su amigo pero hubo de acompañar la lectura con unas hierbas digestivas en vez de, como hubiera deseado, un buen Syrah o un Merlot. He de decirte Esteban, a modo de descargo, que el día anterior tuvo la culpa: una recién pescada dorada monumental a la sal y un par de botellas de Chardonnay dejaron el sistema digestivo bajo mínimos.

Con todo, pese a que el maridaje era de lo menos adecuado (o no, a tenor de la cosmovisión de uno de los personajes protagonistas de la novela), me estiré en una hamaca, a la sombra y al olor del jazmín revivido tras estar a punto de ser aniquilado por la hiedra con la que compartía tierra, y pasé dos horitas placenteras con La enfermedad del lado izquierdo.

Uno podría hablar de los diferentes niveles de lectura del texto, de sus guiños, de sus múltiples tramas e hilos abiertos, de su construcción cinematográfica, de su dependencia estructural del relato breve que con tanta maestría cultiva Esteban, del acierto de los múltiples espacios de indeterminación (Iser) que festonean la narración, etc. Podría intentar hacer ese tipo de crítica literaria pero desmerecería el que uno cree que es el gran logro de esta obra y se prestaría, como siempre, más a ocultarla y hacer presente al crítico que al revés que, en este contexto, es lo que uno pretende.

Y puestos, ese logro no es otro que ser capaz de proporcionar, en cien páginas, un gozo y un placer que hace que uno se reconcilie con ese papel de lector confiado y receptivo que tantas veces olvida en beneficio del acopio de cultura clásica, la búsqueda de formas e ideas o, simple y tristemente, el cumplimiento del deber de estar "a la última". Desde que uno leyó El plantador de tabaco de Barth no había disfrutado tan "naturalmente" de una novela. Incluso el placer de El Don apacible es cualitativamente distinto y eso no implica la estupidez de colocar este trío de obras al mismo nivel, siquiera subjetivamente: uno está hablando de la clase de goce subjetivo que le han suministrado.

El goce próximo a la inocencia, a la transparencia, a la inmediatez, el goce reconciliador que produce intelectualmente y gracias a la ironía y a una extraordinaria y complea trama Barth no tiene nada que ver con el goce del requiebro, de la dureza, de la violencia, el goce discordante de la aparentemente simple obra de Shólokhov. Y es en el camino de la primera donde se inserta, en el modesto juicio de uno, la novela de Esteban.

He leído, he gozado con la lectura y he experimentado (por poco tiempo gracias a Dios) el arrebato de la reconciliación con uno mismo, con la literatura, incluso con el mundo, y sobre todo con las personas, dejándose llevar por Esteban. Incluso ha logrado algo difícil: que soportara la irrupción del conglomerado new age, hippy, en una narración en la que tiene un papel secundario pero desencadenante y que, por tanto, dista mucho de ser puramente decorativo, lo cual aun hubiera sido tolerable. Que no me levantara, que no cediera ni a los prejuicios ni a los mecanismos de identificación y aceptara ver chakras, reikis y otras mandangas discurriendo por la vida del bueno de Pascual , el protagonista principal, y los aceptara como disparaderos de su reeducación sentimental es una muestra de la capacidad de seducción bondadosa y amable de este estupendo cuentista que es Esteban. Pues, finalmente, uno tiene la impresión que de eso se trata y no de otra cosa: de contar un cuento, una historia, para reconciliarnos, siquiera un instante, con una existencia marcada por el desquiciamiento, el conflicto y la falta de compasión.

Y eso, no es poco: es más de lo que la inmensa mayoría de los autores patrios contemporáneos y consagrados, en prosa y poesía, que he leído en los dos últimos años, ha conseguido. Que se guarden sus distinciones simbólicas o pecuniarias, Esteban. Muy pocos me han hecho disfrutar un par de horas con palabras.

12 de julio de 2011

Desamparados (v. 1.0)


Un hueco en la escritura de la novela para trabajar un poco en un poema. La primera versión sería, más o menos, así:


"DESAMPARADOS (v. 1.0)


En el banco
los dos sentados,
uno en cada punta,
las cabezas gachas
y la vista fijada en el suelo.

Un sol ensordecedor
aplasta sus sombras
a la misma velocidad
que crece el griterío de los habitantes
del País de Nunca Jamás
que pueblan el patio
de la antigua casa solariega,
ahora de colonias,
al que parecen ajenos.

Uno llora.

Los padres se alejan,
agrupados y bulliciosos,
sin apenas volver la vista atrás.
Sólo alguno
responde, de soslayo,
un par de segundos,
un breve giro del cuello,
a la atávica llamada de los gritos
pero nadie
dirige su mirada a la pareja de niños
y su silencio:
se vuelven al este
donde los suyos
hace rato
que se asaltan
por los arbustos
y huelen a tomillo.

Entre las ramas
del cedro que, a unos pasos,
da sombra a quien la pide
se mecen los recuerdos
de las placentas:
su peso se va diluyendo
en el aire caluroso
de la tarde.

Por la noche habrá desaparecido."

Habrá que volver sobre él tras los primeros intentos. Seguramente a la vuelta de Saint Andrews.

10 de julio de 2011

Los casos SGAE y Strauss-Kahn en palabras de otros


De la opinión de uno sobre las conductas de la SGAE y también sobre el caso Strauss-Kahn han escrito en El País de hoy un lector y un filósofo que no goza del aprecio de uno.

El lector, Víctor Ovies Arenas de Granada, publica una carta titulada "Los piratas eran ellos" que retrata los sentimientos que muchos hace tiempo que abrigamos respecto a la SGAE:

"No pararon hasta que consiguieron que nos cobraran un impuesto preventivo, un canon digital que presuponía que éramos culpables de copiar fraudulentamente material de otros, obviando que la presunción de inocencia es uno de los pilares básicos de nuestro Estado de derecho. Nos bombardearon con anuncios que nos comparaban con vulgares carteristas, con desalmados arrancadores de bolsos sobre motos ruidosas. Pretendieron convencernos de que copiar una canción o una película era como robar un coche deportivo o un diamante, obviando el hecho de que esos son artículos de lujo y la música y el cine son cultura, y como tal, pilares de nuestra sociedad, de nuestra democracia, de nuestra libertad. Se colaron en bodas para denunciar a los novios después por haber bailado Paquito, el Chocolatero o Macarena sin pasar por caja antes. Denunciaron a Ayuntamientos de 3.000 habitantes por representar obras de teatro del siglo XVII en la plaza del pueblo una noche de verano sin pedirles permiso a ellos. Pretendieron cobrar de conciertos benéficos más dinero en derechos de autor de lo que se había recaudado en taquilla. Acribillaron a bares de barrio por encender una tele o poner una radio para entretener a la clientela.

Y lo hicieron al más puro estilo mafioso, amenazando, aunque sin necesidad de ametralladora, que para eso el Gobierno aprobaba leyes que les hacían el trabajo sucio. Quisieron hacernos creer que eran los adalides de los artistas y creadores. Que defendían sus derechos y sus obras. Y al final resultó que los delincuentes eran ellos. No éramos nosotros los deshonestos ni los ladrones. Los piratas eran ellos."

A unas páginas de distancia, uno lamenta tener que coincidir con Henry Levi a propósito del caso que se ha abierto contra un personaje que le resulta tan profundamente antipático como él: Strauss-Kahn. Con todo, la verdad es la verdad, afecte a Strauss-Kahn o a la camareara y la diga Henry Levi o Maradona. Escribe el filósofo francés a propósito del juicio que casi todos hemos celebrado sin mediar proceso alguno:

"Y más teniendo en cuenta que a todo esto ha venido a añadirse otra tentación propia de nuestro tiempo, que es la sacralización de la palabra de la víctima. Pongámonos de acuerdo. Si he tomado parte en un combate a lo largo de mi vida; si, en efecto, hay un combate sagrado para mí, es el que consiste en devolver la palabra a los humildes y a los sin voz -de los que sin duda forma parte la señorita Diallo-. Pero devolver la palabra es una cosa. Considerarla como palabra revelada es otra. Y el hecho es que hemos pasado, también aquí, de un extremo al otro. La época en que la palabra de las víctimas del orden mundial era desacreditada por principio dejó pasó a una época en que, por principio, es acreditada con todos los prestigios y todas las inocencias. (sn) Y esto, una vez más, es lo contrario de la justicia".

No hay más remedio que subscribirlo: la superioridad moral de la víctima no convierte sus afirmaciones en superiores epistemológicamente. La verdad no siempre tiene que ver, por mucho que le duela a Nietzsche, con la moral.

P.S: Por otra parte, cabe imaginarse el peyorativo y vejatorio juicio moral que me merece semejante individuo.

6 de julio de 2011

Novelas, reescrituras y vacaciones


Parece que por fin va acercándose el final de este curso tan largo y duro. Quedan, como siempre, flecos: correos que atender, consultas que esclarecer... pero ya no hay más reuniones a la vista y el trabajo está dividido. Esta semana le toca a uno estar "de guardia" y en agosto un par de semanas pero lo peor ha pasado.

Puestos, ahora que está reciente el acero sobre y bajo la piel, intentaremos aprovechar estas semanas para acabar de una vez con la novela que lleva años viviendo en mis distintos ordenadores y reescribir, o simplemente revisar, el último conjunto de poemas escrito en estos dos años. También, lógicamente, para estar con Clàudia, Marc y, por supuesto, Esther y volver, después de una larga ausencia, a mi amado Saint Andrews.

Este cuaderno se resentirá por ello unas semanas. Lo iré actualizándo en la medida de lo posible pero sin prestarle tanta atención hasta septiembre. A todos aquellos que lo seguís y que, ante mi asombro, cada vez sois más, aparte de mi más sincera gratitud os deseo unas buenas vacaciones.

5 de julio de 2011

Un poema de Sonia Fides


Y de entre los poemas que he ido leyendo en los últimos meses por la Blogosfera, tomo éste del Blog de mi querida Sonia Fides:


"Por qué nadie te avisa
cuando eres un niño
de que los cuerpos se pudren
sin necesidad de que intervenga la muerte.
Por qué nadie te cuenta
que con el paso del tiempo
desaparecerá de tu cara
la historia que viniste a contar."

P.S: Guardé el texto pero el título, por lo que parece al revisar la entrada, no. Procuraré conseguirlo.

2 de julio de 2011

Un poema de Antonio Orihuela


Mi querido Antonio Orihuela ha publicado recientemente un nuevo libro (¿es el último?) en Baile del Sol. Tiene un buen título, Todo el mundo está en otro lugar, y aunque aun no lo tengo me he ido agenciando poemas sueltos por la red. Como casi siempre, excelente. Recojo este, publicado en el Blog de "Voces del extremo".

"CAPITALISMO

Ganamos una carrera
y el premio es otra carrera.

Tenemos que salir de aquí."