26 de noviembre de 2011

Ovejas esquiladas que temblaban de frío (I)


Repetidas veces he hablado sobre Gsús Bonilla. Ya le pareció a uno, cuando no era ni la mitad de conocido que lo es ahora, uno de los poetas más interesantes que había leído. Y eso que en aquel momento apenas tenía una autoedición en el mercado y su Blog. Luego llegaron Ovejas esquiladas que temblaban de frío (2010) y Menú del día a día (2011) y un más que notable interés, en ciertos ambientes claro está, por su producción.

Uno escribió, y colgó aquí en su momento, algún apunte sobre Ovejas... pero se reservó más cosas que las que dijo a la espera que la burbuja, como tantas veces ocurre, se desinflara. Por Gsús básicamente. Él sabe las razones. Ahora, tras leer su nuevo inédito, un texto brillante que sorprenderá seguro a muchos (y puede que disguste a otros, no es el caso del que escribe) es un buen momento para recuperar las notas que guardé.

Como siempre Ovejas esquiladas... permite muchas lecturas (no infinitas pero sí numerosas) no tanto por la riqueza del texto como por la pobreza intrínseca de cualquier texto: por el hecho de que puede hilarse con otros dado que no atesora en su interior un núcleo dorado, puro e incontaminado que le impediría acercarse a otros textos. Es cierto que difícilmente se le podría poner en contacto con el Bhagavad Gita o con la obra de San Juan de la Cruz pero ello no en virtud de un centro diamantino sino de la distancia temporal y espacial que se establece entre agrupaciones de signos.

Una de las lecturas que a uno se le ocurrieron, aparte de la más obvia de la intertextualidad con el Pinocchio de Collodi, fue, por ejemplo, la organización tropológica del texto tomando como eje las figuras del color "azul" o el "gato", la singular disposición rítmica y tipográfica (que es además topográfica) de los espacios vacíos o los efectos de recepción logrados a partir de la singularidad y nimiedad de los acontecimientos y objetos descritos. También estaba rondándole a uno la obra de David González, obviamente, como también la de Antonio Orihuela o la de Jorge Riechmann, la tradición de la poesía narrativa en castellano o el contexto socio-político en el que puede insertarse la obra. Sin embargo, a la hora de tomar notas, uno se fijó en la recurrencia de tres figuras que aparecen en la mayoría de los poemas: el miedo, la pobreza y la memoria.

Miedo de la pobreza de la memoria, memoria del miedo de la pobreza, memoria de la pobreza del miedo, miedo de la memoria de la pobreza, pobreza de la memoria del miedo, pobreza del miedo de la memoria... Combinaciones múltiples en torno a esta tríada que uno destacó en sus notas y que sigue reteniendo al lado del gato y el azul.