16 de diciembre de 2011

Clàudia muestra su desconcierto


Clàudia, como buena hija, lee este cuaderno. Pobre... Las servidumbres de la filiación no son mucho menores que las de la paternidad. En cualquier caso, el otro día me mostró su perplejidad por el tono "marxista" de mis últimas entradas. Casi sonó a reproche cuando uno se ha pasado los últimos años denunciando los totalitarismos.

El asunto es que, simplificando, uno intenta mantener un compromiso activo con "lo político", con ciertos ideales máximamente universales que se condensan en conceptos como los de "justicia", "lucha contra el sufrimiento" o "libertad" y eso no es propiedad de ninguna ideología. A veces este compromiso lleva a una coincidencia con las descripciones marxistas e incluso con sus metodologías de práctica política. Pero otras veces no. También pasa con el anarquismo y el liberalismo que, ya dije, se ofrecen como los caminos transitables más al alcance si se quiere apartar la tentación totalitaria.

Por otra parte, tal vez inadvertidamente se esté inclinando uno a darles más espacio a estas descripciones. Puede ser pero si así fuera tampoco sería más que el resultado de lo que uno viene denunciando desde hace tiempo: si se vacía el ya de por sí delgado contenido democrático de nuestros sistemas políticos y no se compensa a los asalariados con unas condiciones de vida que compensen su desgaste psicofísico y simbólico, la salida que se va a dejar a la mayoría no será otra que poner su fe en las propuestas revolucionarias y abandonar el reformismo con el que se intentó frenar el totalitarismo.

¿Estará ocurriendo eso en quien escribe? Si es así es un mal síntoma: significaría que uno ha perdido la paciencia y la esperanza en que la mejora de las condiciones de vida de nuestros conciudadanos y de la humanidad en general puede ser lograda sin pagar un precio desmesuradamente alto en términos de sufrimiento. Mal iríamos...

Esperemos que sea simplemente el resultado de la coincidencia entre el análisis racional que uno realiza y las doctrinas revolucionarias del XIX: una coincidencia que resulta del hecho de que, en algunos aspectos (bastantes, muchos), sus descripciones se ajustan mejor a la experiencia que otras que se nos ofrecen.