4 de febrero de 2012

Nieztsche en Indianapolis (y II)


Frente al espectacular Vick, siempre en movimiento, capaz de correr más yardas que sus propios corredores titulares, saltarín y elástico, Tom Brady nunca me había gustado por su inmovilidad: quieto en el shotgun tras retroceder los pasos necesarios, impasible, erguido, hierático a la búsqueda de su receptor parecía inalterable, ajeno al juego, impertérrito, rígido, frígido, arrogante, soberbio.

Ahora, este año, uno ha podido verlo y pensarlo de otra forma. Quizás a sus 34 años persista en su quietud no sólo por arrogancia sino también por ética y estética: no es sólo que se crea la joya del equipo y que obligue a sus protectores a resguardarlo hasta la extenuación sin ayudarles moviéndose y alejándose del peligro por un acto de egocentrismo sino porque su ética y su estética se lo imponen.

Quieto, inmóvil mientras a su alrededor una jauría de defensores se lanzan a por él, muestra su confianza en su guardia. La confianza de un hombre, que ya no es joven y que si es cazado puede ser lesionado gravemente, en sus camaradas. Comunidad al lado de la jerarquía; compañerismo al lado de la autoridad. Puro ejemplo de código de conducta militar. Un comandante en campaña que va a correr el mismo destino que sus soldados. Moral que uno no asumiría pero moral al fin y al cabo.

Y asimismo, no sólo un compromiso ético sino uno estético (incluso en cierta forma ontológico): la fidelidad a la forma, al orden, a la estructura y al límite, al deber ser, a lo ideal, a lo apolíneo. Nada de mezclarse entre líneas como Vick, de descoyuntar la formación replegándose o huyendo para zafarse de sus perseguidores, de sacrificar el orden en el altar de la eficacia. Fiel al principio de la organización del magma de la realidad como un vigía en su torre de vigilancia, como un falo enhiesto, permanece erecto y con su mirada, la mirada del sol, de la capital, del macho, de Dios, busca al destinatario de su Gracia sobrevolando la confusión, la fluidez, la humedad, la diseminación, el desparramamiento, el gasto del esperma despilfarrado.

Como decía Jonathan Littell a propósito del nazi Léon Degrelle, es como si Brady luchara contra viscosidad, la liquidez, la suciedad, manteniéndose firme, impoluto, limpio, imperial. Es el gran pene aguantando estoicamente la acometida del Otro. Lo apolíneo frente a lo Dionisíaco.

http://www.nfl.com/videos/nfl-game-highlights/09000d5d82601c63/Divisional-round-Tom-Brady-highlights

¿Y habrá condensación más apropiada de la alteridad del falocentrismo que los Giants? ¿Mayor ofensa al instinto apolíneo que lo dionisíaco tomado como quebrantamiento de la forma, alud del vigor, sobreabundancia de la corporalidad sobre la fragilidad de la espiritualidad modelizadora del mundo?

Frente al ataque modelado por el arquitecto de los Patriots, la insistencia en la defensa gobernada por el puro músculo. Frente a la construcción, la destrucción. Frente al trazado de líneas su emborronamiento. Frente al mantenimiento de la posición el asalto, la irrupción. Frente a la limpieza, la suciedad. Frente a la sequedad, la humedad. Sólo hay que ver cómo salieron de su enfrentamiento contra los Broncos los chicos de Brady y, sobre todo, el propio Brady: sin casi una mancha. ¿Cómo salieron de su enfrentamiento contra los 49ers los de New York? Sucios, magullados, desharrapados.

http://www.nfl.com/videos/nfl-game-highlights/09000d5d8263bd32/GameDay-Giants-vs-49ers-highlights

Yendo un poco más llá con Littell pero sobre todo Freud, Lacan y el feminismo "radical" de los Cultural Studies: frente al falo seco, uniformado y limpio, la vagina húmeda, desharrapada y sucia a la que tanto miedo tenían los fascistas. Frente a Tom Brady, los Giants. Frente al crepuscular falocentrismo su alteridad: ¿la castración, el gineceo o simplemente un órgano que también se humedece y que no puede permanecer tieso más que si una Viagra asesina le obliga? Cualquiera de estas posibilidades y otras, claro está.

Pobre Tom. En el fondo es un "héroe de la retirada" (Cercas dixit). Un mariscal de campo (así acostumbran a traducir al castellano de latinoamerica la expresión "quarterback") que no sabe que -en realidad- guía una "anábasis"...

Espero que si gana lo haga envuelto en barro, sucio, humedecido, con la camiseta desgarrada, agotado y dolorido como los defensive linemen de los Giants: Umenyora, Tuck, Pierre-Paul...

P.S: Como esta larga nota está dedicada a Paul Cahill no puede uno por menos de pensar lo bien que lo pasaría viendo la Super Bowl en su compañía y hablando, sobre todo hablando mucho, de fútbol y algo menos de literatura. Porque el fútbol americano es un deporte para ver en compañía y hablar mucho mientras se espera una y otra vez...