30 de marzo de 2012

Memoria de Saint Andrews (IV): Samuel Johnson


16 de julio de 2011. Cuarta parte.

Y, como buen "extraño habitual", cuando el taxi se acerca desde la proletaria y fea Cupar, en la que reconozco las casas de los obreros con sus mínimos jardines - la mayoría sin flores ni césped - pero por vez primera observo algunas mansiones victorianas de vigorosas hortensias y rosales que desmienten la homogeneidad de la ciudad, busco la cúpula del hermoso Hamilton Hall. Su figura debe reconfortar tras tantas horas de viaje y recibirnos hospitalariamente pero ante nuestra sorpresa aparece en el horizonte recubierto de un gigantesco andamio: tapado, oculto. Y buena parte del hechizo que mantiene Saint Andrews en mi mente se desvanece de golpe. Año tras año, visita tras visita, el Hamilton estaba ahí, impertérrito, envejecido, flanqueado por lujosas casas y caros hoteles, ajeno aparentemente al turismo golfista, las modas y la especulación: un resto de la pujanza y el esplendor de una Universidad que, incluso en épocas de decadencia, por ejemplo en el s. XVIII, cuando la visitó Samuel Johnson, todavía era el eje de la vida del pueblo.

Nota:

Busco, ya en Barcelona, el texto de Johnson que leí parcialmente, con ocasión del viaje que hicimos por el norte de Escocia hasta las Hebridas interiores hace algunos años, y donde se habla de Saint Andrews. Reproduzco el párrafo al que me refería:

"Saint Andrews seems to be a place eminently adapted to study and education, being situated in a populous, yet a cheap country, and exposing the minds and manners of young men neither to the levity and dissoluteness of a capital city, nor to the gross luxury of a town of commerce, places naturally unpropitious to learning; in one the desire of knowledge easily gives way to the love of pleasure, and in the other, is in danger of yielding to the love of money"

(The Journal of a Tour to the Hebrides)

Por cierto, ahora que lo veo, el mismo Johnson anota, por otros motivos, la facilidad con que perdió de vista su condición de "stranger". No se trata del "extraño habitual" sino del "extranjero bien acogido" pero...:

"We found, that by the interposition of some invisible friend, lodgings had been provided for us at the house of one of the professors, whose easy civility quickly made us forget that we were strangers; and in the whole time of our stay we were gratified by every mode of kindness, and entertained with all the elegance of lettered hospitality".

29 de marzo de 2012

Le retórica de la huelga


Uno, como no podía ser de otra manera, está de huelga hoy. El sindicato votó mayoritariamente unirse "por imperativo moral", así como suena. Para que no se nos confunda. No caben ambigüedades aunque seamos un sindicato corporativo y profesional: entre quienes recortan y quienes sufren los recortes sólo podemos estar de un lado.

Ahora bien, de ahí a la exhibición de retórica, épica y proselitismo que las "fuerzas progresistas y revolucionarias" están haciendo va mucho. Parece que muchos han olvidado qué sindicatos son los convocantes: cuáles han sido sus líneas de acción, sus compromisos con el "sistema", sus prebendas, su carácter de grandes corporaciones, su apoyo a políticas que han deteriorado las condiciones de vida de los trabajadores...

Muy mal tiene que estar la cosa si anarquistas, críticos, trotskistas, comunistas, anticapitalistas, indignados, antisistema o, simplemente, individuos lúcidos y conscientes no sólo se agrupan bajo la llamada de estos sindicatos (¡de estos dos específicamente! ¡es como si fuéramos a la revolución de la mano del PSOE o Iniciativa per Catalunya!) sino que se aferren de manera desesperada (y desesperante) a la bandera de la huelga general (que no es, me temo, el principio de una serie que conducirá a la Huelga General Revolucionaria, precisamente...) y construyan una épica proselitista.

La izquierda perdió el norte hace mucho. Una gran parte del multiverso de oposición al actual régimen parece que también lo ha perdido...

28 de marzo de 2012

Un par de versos de Blaise Cendrars


"Mi pobre niña, en cambio está en tal desamparo...
Está desnuda, no tiene cuerpo: es demasiado pobre"

(Prosa del transiberiano y de la pequeña Jehanne de Francia, trad. de Enrique Molina, p31)

27 de marzo de 2012

Para benevolentes, ociosos, distraídos, amigos, etc.




El rato que pasó uno en el programa "Veus anònimes" de Radio Sabadell ("Doble cita amb els versos i la prosa") puede escucharse aquí. También está disponible el podcast para bajárselo y zappear por él - siempre más cómodo.

El astronauta y el cocinero


Si bien una anécdota no debe ser elevada a la categoría de ejemplo es difícil evitarlo y dejarla en su hipotética condición accesoria, postiza, transitoria.

Ayer, noche televisiva. En El Hormiguero, dos invitados compartiendo tiempo y plató: un famoso cocinero, Ferran Adrià y uno de los únicos nueve humanos aun vivos que han pisado la luna, Charles Duke. No hubo color para uno. Afortunadamente, Adrià se fue callando poco a poco. Entre su experiencia y la de Duke, entre las frutas liofilizadas y el regodeo en lo pequeño y la fascinación de las montañas grises bajo la oscuridad del desierto frío espacio y la pasión por lo inabarcable, mediaba un abismo verdadero.

Había una diferencia que para uno no era puramente anecdótica.

25 de marzo de 2012

Una nota sobre poesía y política





(A renglón, en principio seguido, ahora no tanto, de un intercambio electrónico con Viktor Gómez):

Tiene uno la impresión de que "lo poético" y "lo político" no son coextensivos como tampoco lo son "la" poesía y "la" política. Tampoco habría entre ambos dominios isomorfismo alguno: serían heterogéneos.

Sin embargo, no deberíamos suponer por ello que sean fácilmente separables: habría anudamientos parciales y transversales (también horizontales y verticales), zonas de fricción, irrupciones, intromisiones y alineamientos; y, por supuesto, homologías. Unas provocadas, otras casuales y aun otras forzadas.

Y, al tiempo, también habría, en ocasiones, desconexiones, rupturas, alejamientos, zonas en las que no se produce contacto alguno, carencias de relaciones y de vínculos, distanciamientos: enajenaciones.

23 de marzo de 2012

Para distraídos, ociosos, benevolentes, amigos, etc.


El programa "Veus anònimes" de Radio Sabadell, donde uno participó, se emite el próximo día 24 a las 22:00h. Ya subiré el enlace del podcast cuando esté disponible. A ver cómo quedaron los poemas que leí en directo.

22 de marzo de 2012

"Archipiélago Gulag"


Ahí está: encima de la mesa. Al lado de la Prosa del transiberiano de Cendrars y una antología de Gottfried Benn, el libro que juré no leer, ni mucho menos comprar, jamás: Archipiélago Gulag.

La antipatía por Solzhenitsyn le venía a uno de la infancia. De aquella vez en que apareció en Directísimo (creo) para ser entrevistado por José María Iñigo. Debía ser en 1974 o 1975, o eso pensaba, pero la Comunidad señala que fue el 20 de marzo de 1976. No me cayó bien. A mi padre tampoco. Mi madre no opinó.

Años después supe que era un feroz anticomunista, un reaccionario cristiano y, por ende, un mentiroso, calumniador y difamador al servicio del imperalismo norteamericano. Todo ello a su debido tiempo. Lo último cuando trabajaba en la órbita del PCC (sucursal catalana del Partido Comunista de los Pueblos de España). Y con eso me quedé.

Con los años, la distancia respecto al marxismo "oficial" (versión eurocomunista o versión soviética) y el acercamiento al postestructuralismo abrieron una brecha por la que podría haberse colado pero entraron otros. Poco a poco vi las otras caras de la República de los Proletarios pero siempre desde una mirada teórica.

No sería hasta la lectura de Koba el temible. La risa y los 20 millones de Martin Amis, que la equiparación crimimnalmente fáctica - que no moral - entre comunismo y nacionalsocialismo se abrió paso y, sobre todo, que la experiencia de las masacres de la época estalinista llegaron a ser algo más que un lugar común de la exposición histórica del siglo XX que uno se había construido.

Luego llegaron Trotski y el Krondtsadt y las dudas sobre Lenin y hace ya algunos años que decidí leer la obra de Solzhenytsin. Pero no fue hasta el viernes que conseguí vencer las excusas de mal pagador (que si no consumir, comprarlo de segunda mano...). Ahora espero el gesto seguro de su efecto. Años después y, sin pretenderlo, este libro se ríe de uno.

¡Cómo se puede llegar a ser tan estrecho de mente!

21 de marzo de 2012

Eduardo Moga y Saint-John Perse


Renuente como uno es a acudir a lecturas, conferencias, recitales, etc. ha de confesar que cuando recibió el correo de Eduardo Moga comunicando que el próximo 22 de marzo participará en L'hora de la poesia. Els poetes i els seus referents, en Badalona, en el Espai Betúlia, (C/ Enric Borràs 43-47) a las 19:30, resolvió acudir si el alud de recortes nos deja un respiro en el trabajo sindical.

La razón es doble. Por un lado, no puedo negar que, pese a que su poética no me resulte próxima, siento una notable atracción por su trabajo.

Por otro, el poeta del cual leerá textos, aparte de suyos, será Saint-John Perse un poeta al que uno profesaba una devoción que el bien documentado y persuasivo Laurent Binet (HHhH) quebrantó con sus observaciones sobre su comportamiento durante la crisis de los Sudetes y la conferencia de Munich de 1938. Si Binet tiene razón, y uno se siente tentado a creerle, la figura de Perse sufre un grave menoscabo que, aunque no afecta del todo a la dimensión de su poesía, tampoco le puede ser ajena.

Escribe Eduardo: "un interesante ciclo de lecturas que organiza el Espai Betúlia, de Badalona, muy activo siempre en defensa de la palabra. Y es interesante porque la lectura no es solo de poemas del poeta invitado, sino también de la obra del poeta que este haya elegido como referente de la suya propia. Yo he optado por Saint-John Perse, uno de los grandes del siglo XX, apátrida y Nobel, artífice de la Sociedad de Naciones y viajero incansable, expoliado por los nazis y admirado por Octavio Paz y Jorge Guillén. Y no sigo, porque mi entusiasmo puede hacer este correo demasiado largo".

No puedo dejar al margen el hecho de que el expolio nazi del que habla Eduardo da qué pensar: sólo se expolia aquello que es posible expoliar y más con los antecedentes que menciona Binet. Sin embargo, coincido con él en que Saint-John Perse puede provocar un entusiasmo peculiar que no debería ser sepultado por aspectos que puedan ser moralmente discutibles de su biografía.

Intentaré ir.

20 de marzo de 2012

El correo trae a Thomas Mann, Heinrich von Kleist y Antonio Orihuela



Por correo ordinario llegan dos nuevos clásicos publicados por la editorial Papers amb Accent. Se trata de dos cuidadas ediciones que, teniendo en cuenta la calidad de las traducciones y estudios previos de anteriores volúmenes (en especial los de Grillparzer y Zola), permiten anticipar un resultado excelente. Se trata de Das Gesetz (La Ley) de Thomas Mann, traducido al catalán por Josep Murgades, y de una recopilación de textos de Heinrich von Kleist que lleva por título Sobre el teatre de titelles i altres escrits. En cuanto uno acabe las lecturas pendientes, que merecen un capítulo aparte, me pondré con este texto de Mann que desconocía por completo.

Por correo electrónico mi querido Antonio Orihuela me hace llegar la propuesta de participar con un poema en la revista "Estudios, revista de pensamiento libertario" cuyo próximo monográfico lleva el título de "Poesía y huelga general". Lástima que sobre este tema no pueda ir, me temo, mucho más allá de lo que ya fue en su momento Jorge Riechmann en textos como "La belleza de la huelga general" o "Momento de parar". Y es que a veces, muchas veces, hay alguien que ha escrito antes y mejor que uno, lo que quisiera decir.

19 de marzo de 2012

Memoria de Saint Andrews (III)


16 de julio. Tercera parte.

El taxi nos lleva por las afueras de Edinburgh y podemos sentirnos, de nuevo, como "extraños habituales" esa heterogénea figura en la que el turista ha dejado de ser un extranjero observador ajeno al objeto de su representación para pasar a ser un visitante más próximo al lugareño que al viajero. Es, ahora, alguien que también, en cierta medida, reconoce y se reconoce en el entorno: todo está, al tiempo, lejano y contiguo; todo es familiar y chocante; nuevo y viejo, presente y recuerdo. Dicho sea de paso, también se le puede conocer en nuestros tiempos como "el veraneante".

Cruzar el Firth of Forth por el Forth Road Bridge y contemplar el anciano Forth Bridge, por donde siguen pasando los trenes que unen el condado de Fife con la capital escocesa, ilustra esa mirada del "extraño habitual" que de vez en cuando nos asalta, por ejemplo, en nuestra propia ciudad.

Sucede que reparamos en un edificio que hacía años que no contemplábamos con detenimiento y que, de pronto, vuelve a llamarnos la atención no sabemos por qué. O sí. Al fijarnos después de tanto tiempo descubrimos en seguida elementos que recordábamos y cuyo reconocimiento preserva el lazo que une nuestra memoria con su objeto. Pero inmediatamente emergen otros que nos parecen nuevos e inesperados y que arrojan sobre la mortecina luz del pasado un chorro vivaz de presente que renueva nuestro vínculo y nos separa de la continuidad homogénea del puro ahora en el que nada acontece realmente, en la pura simultaneidad de la corriente cotidianidad.

El "extraño habitual" no es, sin embargo, una forma de la contemporaneidad que se absorba en "el veraneante" aunque en nuestro caso pueda ser así: tiene la misma edad que el viajero y el lugareño, que el absorto en la cotidianidad y el "llamado a algo". Y es, especialmente, uno de esos tipos de los que Heidegger se olvida cuando esboza su monumental analítica del Dasein.

Marco Polo y sus viajes a Oriente podrían ser tomados como antecedente genealógico de esta construcción. Habría que volver sobre ello.

17 de marzo de 2012

Seamus Heaney con la edad


La lectura de Campo abierto, la antología de Seanus Heany, ha sido accidentada y problemática. Accidentada por la imposibilidad de encontrar el tiempo "muerto" necesario para engarzarla con un entorno de apertura más allá de la metálica cotidianidad. Problemática por las discrepancias con la traducción que le llevaron a uno a dudar de ella. Afortunadamente, buscando una traducción del extraordinario poema "The Rain Stick" vi que el 25 de de junio de 2005 El País publicó una breve nota sobre la antología. En ella, el crítico Angel Rupérez, señalaba que, "discrepancias aparte", el libro está "bien traducido". Pues eso.

De todos los poemas recogidos en ella los que más impacto me han causado son los de los noventa y especialmente "A call" y "The Rain Stick". Con la edad, la distancia estética y estilística que le han alejado a uno de tantos grandes poetas, parece que va dejando de interponerse en su goce. Es una de las ventajas de envejecer.

"The Rain Stick

Up-end the stick and what happens next
Is a music that you never would have known
To listen for. In a cactus stalk

Downpour, sluice-rush, spillage and backwash
Come flowing through. You stand there like a pipe
Being played by water, you shake it again lightly

And diminuendo runs through all its scales
Like a gutter stopping trickling. And now here comes
A sprinkle of drops out of the freshened leaves,

Then subtle little wets off grass and daisies;
The glitter-drizzle, almost-breaths of air.
Up-end the stick again. What happens next

Is undiminished for having happened once,
Twice, ten, and thousand times before.
Who cares if all the music that transpires

Is the fall of grit or dry seeds through a cactus?
You are like a rich man entering heaven
Through the ear of a raindrop. Listen now again."

"LA VARA DE LA LLUVIA


Planta la vara de la lluvia y lo que sucede después
es una música que jamás habrías conocido
para ser escuchada. En un tallo de cactus

chaparrón, golpe de riego, un derrame y resaca
atraviesan fluyendo. Estás plantado allí como una pipa
intepretado por el agua, de nuevo la sacudes con delicadez

y el diminuendo recorre todas sus escalas
como una compuerta que cesa de gotear. Y ahora quí viene
un salpicar de gotas desde las hojas refrescadas,

luego sutiles hierbas secas y margaritas;
luego un goteo de brillantes, casi suspiros de aire.
Planta la vara de la lluvia. Lo que sucede después

no se reduce pues sucedió otra vez,
dos, diez y mil veces antes.
¿A quién le preocupa que toda la música que transpira

sea la caída de la sémola o de semillas secas a través de un cactus?
Eres como un rico entrando en el cielo
a través del oído de una gota de agua. Vuelve a escuchar ahora".

15 de marzo de 2012

Buena voluntad, literatura y acero


Pruebe uno a hacer el siguiente experimento. Henchido de buena voluntad y medianamente bien dormido dispóngase a disfrutar de unas inesperadas horas libres a cambio de un sábado de trabajo extra con viaje incluido. Mediodía, marzo primaveral y una antología (Campo abierto) de Seamus Heaney, traducida por Vicente Forés y Jenaro Talens, para rodearse de algo de belleza, de fragmentos de lo que podría ser una vida mejor, entre hibiscos, glicinas que comienzan a brotar, hiedras jóvenes, ficus y demás bajo un cielo que comienza a alejarse y desprenderse de su atadura invernal.

Y ahora, cuando todo esté dispuesto según el orden que debe predisponer al goce estético, empiece la lectura. Encuentre una extraña traducción por casualidad porque, pese a que la edición sea bilingüe, uno confía en los traductores:

"Rain and hay and woods on the air Made warms draughts in the open car" (p44)

Escribe Heaney en "Night Drive" y los traductores vierten la siguiente versión:

"lluvia y heno y bosques en el aire
creaban cálidas corrientes de aire en el coche abierto" (p45).

Dude uno que la traducción sea afortunada por ese "corrientes de aire" que, además de la impropiedad, redunda con el "en el aire" del verso anterior. Sin embargo, como lleva pocas páginas, el sol recorre los brazos pálidos y está tentado de traer una cerveza o una copa de vino dígase a sí mismo que a ver si uno lo haría mejor, que errores los hay en todos sitios y que, en cualquier caso, seguro que cualquiera de los traductores podría enmendarle la plana con una buena argumentación al respecto.

Siga leyendo y perciba un fragor creciente al que antes no había prestado atención: ruido de planchas, picado para revocar, chirriante despiece de baldosas... El edificio que lleva más de dos años construyéndose en las proximidades y que se desprendió de la lacerante grúa de acero el anterior verano tras trasladarla a nuestro interior, sigue su incansable generación. Pruebe a mantener la concentración en Heaney cuando se descargan grandes cantidades de materiales, con el inevitable ruido ensordecedor, justo cuando se avanza hacia "Summer Home" y sienta como el acero se afila y se muestra como su segunda piel.

El resultado difícilmente será otro: levantarse, dejarlo correr, abandonar la benevolencia hacia los traductores, leer sin embellecimientos y recordar que para disfrutar al modo burgués del arte hay que ser, efectiva y empíricamente, un auténtico burgués o, como mínimo, controlar las variables del entorno suficientes para que la ilusión no se desvanezca. Si eso no es posible, a leer como siempre hemos leído: sin ornamentos, ni orden de los elementos.

Tan sólo las palabras y el mundo hostil alrededor.

13 de marzo de 2012

La Torre de Uwe Tellkamp: "Guardaos de los países donde la poesía cotiza"


Este mes le ha acompañado a uno la lectura de la mastodóntica La Torre (Sobre un país desaparecido) de Uwe Tellkamp, traducida por Carmen Gauger. Una novela coral sobre la extinta República Democrática Alemana que se ha impuesto en mi ánimo más por la envergadura del proyecto que por su resultado final. Con todo, que alguien sea capaz de escrbir una obra de esta desmesura sin herir al lector gravemente tiene un indudable mérito.

Tan sólo el exceso de "poesía", en el sentido de la desaforada irrupción de comparaciones, más que arriesgadas, improcedentes, sea lo que más halla que anotar en el "Debe" de la obra. Un ejemplo:

"De los colectores de lluvia que remataban los tejados, muchos de cuyos cabrios sobresalientes y a la vista, se habían aprtido como los dientes de uno de los finos peines, hechos a manos, engrasados con deseos y promesas, de los peluqueros de belleza, salían masas de carámbanos, pesados y sucios, como si quisieran hacer callar una caja de música cuya gracia habría multiplicado las grietas de los edificios y reforzado el zumbido de las cintas transportadoras del edificio de la calefacción situado en la ladera del monte" (p819).

En el "Haber", algunas observaciones sobre la experiencia del socialismo real excepcionalmente sugerentes:

"Papá decía: 'Guardaos de los países donde la poesía está muy cotizada. Allí donde la gente recita versos en los tranvías, y otras personas entran a coro, y al final compartimentos enteros repiten rimas, empleados con mejillas húmedas de lágrimas, con la mano derecha agarrada al asidero del tranvía, en la izquierda el billete para el revisor, que recita hasta el final antes de taladrar los billetes', ése no deja ni un verso ni un billete y es capaz de extender órdenes de detención mientras llora conmovido por la belleza de los versos de Pushkin" (p772).

Uno no puede por menos de estar de acuerdo con semejante juicio.

12 de marzo de 2012

Sexismo y lenguaje


Hace tiempo uno se extendió en unas reflexiones sobre la conveniente necesidad de moderar los excesos de la corrección política y el integrismo progresista en la lucha contra el sexismo. El otro día, en El País, Ignacio Bosque abundaba en esta línea en un magnífico artículo titulado "Sexismo lingüístico y visibilidad de la mujer". Dejo constancia de la excelencia de su reflexión y recojo sus últimas líneas:

"Las páginas precedentes constituyen también un intento de mover a la reflexión, pero en un sentido diferente. El propósito último de las guías de lenguaje no sexista no puede ser más loable: contribuir a la emancipación de la mujer y a que alcance su igualdad con el hombre en todos los ámbitos del mundo profesional y laboral. Intuyo que somos muchos —y muchas— los que pensamos que la verdadera lucha por la igualdad consiste en tratar de que esta se extienda por completo en las prácticas sociales y en la mentalidad de los ciudadanos. No creemos que tenga sentido forzar las estructuras lingüísticas para que constituyan un espejo de la realidad, impulsar políticas normativas que separen el lenguaje oficial del real, ahondar en las etimologías para descartar el uso actual de expresiones ya fosilizadas o pensar que las convenciones gramaticales nos impiden expresar en libertad nuestros pensamientos o interpretar los de los demás.

No deja de resultar inquietante que, desde dependencias oficiales de universidades, comunidades autónomas, sindicatos y ayuntamientos, se sugiera la conveniencia de extender —y es de suponer que de enseñar— un conjunto de variantes lingüísticas que anulan distinciones sintácticas y léxicas conocidas y que prescinden de los matices que encierran las palabras con la intención de que perviva la absoluta visibilidad de la distinción entre género y sexo. La enseñanza de la lengua a los jóvenes constituye una tarea de vital importancia. Consiste, en buena medida, en ayudarlos a descubrir sus sutilezas y comprender sus secretos. Se trata de lograr que aprendan a usar el idioma para expresarse con corrección y con rigor; de contribuir a que lo empleen para argumentar, desarrollar sus pensamientos, defender sus ideas, luchar por sus derechos y realizarse personal y profesionalmente. En plena igualdad, por supuesto."

El artículo completo aquí.

10 de marzo de 2012

El arte como evasión


Nunca había vivido el arte como estrategia de huida de la realidad: como evasión. El arte, en general, casi siempre fue un elemento integrado en el plexo de estados de cosas del mundo que ayudaba a su comprensión, al goce o a las causas políticas y morales de la emancipación y la justicia.

Sin embargo, el viernes de la semana pasada, en el Liceo, cuando el telón se alzó para la representación de La Bohème de Puccini, uno se sintió como esos viejos burgueses nostálgicos que pueblan La Torre, la novela de Uwe Tellkamp sobre la vida en Dresde bajo la bandera de la DDR. Es más, uno pareció un trasunto proletarizado del médico Niklas Tietze que se refugia en la música clásica y en la ópera especialmente para negar la miseria del mundo que le rodea.

Disfrutó uno como nunca con las dos horas de Puccini. Sólo en los dos primeros actos se contienen, musicalmente, in nuce, motivos suficientes como para desarrollar tres o cuatro óperas distintas o eso le pareció a uno. La opinión de Esther es que hay la misma cantidad de arias que en otras óperas sólo que el acompañamiento, la orquestación y los arreglos son prolijos. Sea como sea, es tal la abundancia encabalgada de arias magníficamente orquestadas que uno se queda sin aliento. Los dos actos siguientes son más pálidos pero la impresión causada por la sobreabundancia inicial cubre su menor riqueza y matiza la afirmación que uno realizó hace tiempo sobre la importancia del componente teatral en la ópera: en La Bohème, la trama es pobre, leve, intrascendente, pero la obra no pierde por ello un ápice de su grandeza. Así pues, de la misma forma que una ópera teatralmente sólida puede paliar algunas debilidades musicales, una musicalmente extraordinariamente cubre por completo un libreto endeble.

Y al salir, la sensación de que este mundo que, por días, parece aproximarse a su apocalipsis, sólo puede ser soportado gracias al arte...

Afortunadamente, hoy, cuando escribo estas líneas vuelvo a sospechar de esa inminencia del fin de los tiempos, de ese mundo absolutamente miserable y cruel que sólo puede mirarse mediante el filtro de un arte hermoso y puro y recuerdo que, en la realidad, la belleza, la justicia y la bondad, frágiles pero insistentes, acaecen y que el arte, por su parte, puede estar trufado de crueldad y miseria.

8 de marzo de 2012

"Fosa común" (v. 2.0)


Uno de los aspectos más estimulantes de la escritura es su inacabamiento. No hay texto que no pueda ser reescrito y, a veces, mejorado (otras empeorado) en función de variables que a menudo permanecen ignotas.

Llevaba uno semanas dándole vueltas al último poema escrito, "Fosa común", recitándolo en voz alta y releyéndolo para encontrar qué no acababa de funcionar en él. La poesía es enemiga de la prisa y quizás uno fue demasiado rápido en concluirlo y enviarlo a Ana Cañamares. O quizás, siendo algo más benevolente con uno mismo, unos días después de terminarlo alguno de esos actantes desconocidos que trabajan entre bastidores exigió cambios para satisfacer una nueva escritura-lectura del texto o, simplemente, una nueva o diferente sonoridad.

El caso es que lo he reescrito quitando lo que sobraba ("menos sigue siendo más") y periodizándolo de manera que su ritmo sea distinto y, según los nuevos requerimientos de uno (o de los otros que habitan en uno), más acorde con lo deseado.

"FOSA COMÚN (v. 2.0)

"La luz es la canción de los muertos"
Víktor Gómez

I


En su ausencia indomable los muertos son de todos y de nadie
(de aquello que no es
nadie -y cualquiera- puede ser dueño).


II


"Muertos míos de Rusia..." cantaba el poeta
reclamando su propiedad.
"Muertos míos de Rusia..." sollozaba
como si con sus lágrimas pudiera resucitarlos.
"Muertos míos de Rusia..." escribía
para conquistar la legitimidad de su muerte.
"Muertos míos de Rusia..." se lamentaba
queriendo secuestrar su desaparición
para hacerlos presentes de nuevo.
Pero en su pérdida absoluta los muertos no son de nadie,
"Sus" muertos le son tan ajenos
como los "nuestros".


En su cementerio, sea Yuste o Fuencarral,
en su fosa común, en su osario,
en su zanja perdida,
en sus restos irreconocibles,
imposibles de identificar,
desvanecidos,
ya polvo,
el panteón de los muertos no rinde cuentas más que ante sí mismo
como, en cierto sentido,
los libros, una vez pasado su tiempo,
no dialogan más que entre ellos
en el auditorio de la biblioteca universal.


En su tupida ausencia
en su silenciosa lejanía,
pues,
sólo cabe dejar a los muertos en paz.
Su luz es inaudible.
Viven en la absoluta libertad de la nada.


III


Mas no todos los muertos están irrevocablemente muertos.
Rigurosamente: nadie muere de una vez por todas cuando muere.


IV


En su perturbadora y sutil presencia
en su sigilosa cercanía
interpelan, convocan,
a unos, a otros, a todos
y se ofrecen a quienes responden a su apelación
mas siempre remotamente, con reservas,
sin entregarse completamente.


Si se han acercado
y hemos escuchado su luz
podemos reclamarlos como propios
y rendirles tributo.
Honrarlos a ellos y nada más que a ellos.
Si es necesario, escupir sobre las tumbas de sus enemigos:
no diré que no debemos hacerlo.


V


Sin embargo, deberíamos ser justos
y no abrazarlos mezquinamente.
Deberíamos recordar que, aunque se le parezca,
su vida no es la nuestra
y su muerte es la suya propia
no la de cada uno de nosotros.


Repito.
Si los queréis reclamar no diré yo cómo debéis hacerlo.
Únicamente, insisto, deberíamos ser justos.


VI


Yo los reclamo como míos porque oí a mi abuelo.

Y lo hago
porque con ellos victoriosos
los moros del viejo asesino
no hubieran sembrado de cadáveres las cunetas de Málaga
seguramente en Babi Yar las zanjas hubieran sido poco profundas,
como de huerto,
y la línea férrea de Oswiecijm no se habría desviado en un ramal
para acabar en una rampa.


Por eso son míos.


VII


Pero no cabe engañarse:
no me pertenecen aunque les honre. "

La versión anterior aquí.

7 de marzo de 2012

Mike Davis y la democracia


Recoge Jorge Riechmann en su Blog, diez consejos de Mike Davis (New Left Review) sobre activismo y organización. Retengo una que sigue siendo clave, en opinión de uno, y que tiene que ver, como ya he dicho alguna que otra vez, con el contenido utópico que habría que extirpar (o cuanto menos atemperar) de la práctica política: la no equivalencia entre democracia consensual y democracia participativa y la inevitabilidad de la forma representativa de la democracia.


"En quinto lugar, como costosamente aprendimos en los años 60, la democracia consensual no es equivalente a la democracia participativa. A escala de las comunidades o de los grupos de afinidad, la toma de decisiones por consenso puede funcionar muy bien, pero cuando se trata de una lucha de mayor duración o que reúne a más individuos, pasar a una forma de democracia representativa es esencial para permitir la participación más igual y más grande posible. Como siempre, el diablo está en los detalles: conviene asegurarse que cualquier delegado pueda ser destituído de sus funciones, formalizar el derecho de las minorías políticas para que estén representadas, y así todo lo demás. Ya sé que es una herejía decirlo, pero los buenos anarquistas, los que creen en la acción concertada y en el autogobierno por la base, podrían encontrar enseñanzas de gran valor en el Robert’s Rules of Order1 [Reglamento parlamentario de Robert] (considerado un instrumento técnico útil para las discusiones organizadas y para tomar decisiones)."

6 de marzo de 2012

Erri de Luca y la revolución


Las observaciones de Erri de Luca, que militó en nuestra mítica Lotta continua, en El País del domingo, no dejan indiferentes a quienes hemos servido a la causa totalitaria como aprendices de revolucionario:


"—¿Mereció la pena? ¿Volvería a hacer lo mismo?

—Cuando estaba en prisión, Rosa Luxemburgo le pidió a una amiga que pusiera en su tumba este epitafio: me arrepiento de no haber sido tres veces más osada. Luego dice que era broma. Yo no me arrepiento de nada. Las grandes causas implican a menudo a gente poco apta que toma lo que hay. Incluso el mayor profeta de la historia, Moisés, era tartamudo.

—Y no llegó a la tierra prometida.

—Pero abrió el camino.

—¿Hoy hay alguna posibilidad de revolución?

—Mire al sur del Mediterráneo. ¿En nuestros países? No. La revolución es una necesidad, no una inspiración poética. No tiene que ver con una edad o con el temperamento, es una maldita necesidad. Y entre nosotros no existe esa necesidad. ¿Que hay injusticias? Claro, pero esta generación pide cuentas de la injusticia directamente a aquellos que la cometen, quiere dialogar con el poder, es fundamentalmente democrática, y las revoluciones no lo son.

—¿Pueden también ser injustas?

—Claro. Dice un proverbio ruso: cuando se corta el bosque vuelan las astillas. En ese sentido, yo me siento una de esas astillas."

5 de marzo de 2012

Memoria de Saint Andrews (II)


16 de julio de 2011. Segunda parte.

Vuelo tranquilo por fin. Tras dos ataques de ansiedad en vuelos domésticos, uno le temía al doble Barcelona-London y London-Edinburgh. Afortunadamente, British Airways aun retiene algún resto de su antiguo esplendor: hay suficiente distancia entre los asientos y, si tienes suerte, te encuentras un mínimo refrigerio que hace las veces de comida o cena que te distrae como antaño.

Cuando tienes la fortuna de tener un buen vuelo... Es un decir, en realidad habría que escribir "cuando tienes suficiente dinero para pagarte un billete en una compañía que ofrezca viajes en avión de calidad", puedes consagrarte a la contemplación y análisis de la geografía de la troposfera: de sus montañas, mares, ríos, valles, sierras y reafirmar la belleza de la ancestral tesis griega de la armonía entre lo macrocósmico y lo microcósmico.

En el aeropuerto de destino Escocia nos recibe, por primera vez en los últimos años, con ese sol limpio tan propio de su latitud y tan escaso y las calles secas. Si no hubiéramos escarmentado con el desastre de los privatizados ferrocarriles británicos, nunca como hoy para ir hasta la estación de Waverley, cruzar el Bridge, pasear un rato por Princess Garden (como uno hizo la primera vez que vino, diecinueve años atrás) y estirarse recostándose sobre la hierba o en alguno de sus centenarios árboles y dejarse mecer un rato por los aromas de los parterres, las flores y los macizos árboles como si el tráfico que discurre, intenso, unos metros por encima del talud expulsara sus substancias tóxicas directamente a la estratosfera.

3 de marzo de 2012

Cuando la realidad no imita al arte


Que el arte imite al mundo puede ser parcialmente aceptado en determinados momentos. Que el mundo imite al arte es más discutible pues aun sucede menos que el caso inverso.

Este fin de semana, después de muchos días de frío, enfermedades e incertidumbres ya concluidas acerca de mi hermano (el tumor ha sido calificado de benigno, finalmente) la luz que presagia la próxima primavera, que la anticipa como esperanza, se adueñó de la ciudad y al abrir la terraza y sentir su calor todavía tierno sobre la piel las Pequeñas alegrías de Hermann Hesse acudieron, como cada año desde que cumplí los 16 y leí el volumen por vez primera, a su cita embellecedora.

Esta vez fueron los textos dedicados a las tareas del jardín en febrero. Con el declive del invierno es hora, como en el caso del buen Hesse, de sacar los sacos de tierra, abono, grava y demás, las tijeras de podar, las azadas pequeñas, los guantes e impregnar el jardín del olor a tierra fresca, a savia, a hoja. En eso se recreó uno un buen rato con el café.

Lástima que ese placer de la tierra húmeda, de las raíces, de los tallos vivos y de las ramas con brotes sea tan puramente literario: de todo eso se ocupa Esther. Uno carga, compra, mira y, sobre todo, escribe sobre ello. Primera inexactitud, por decirlo suavemente.

La segunda: el jardín está cubierto por una gruesa capa de polvo, yeso y grumos de cemento. Todo su flanco izquierdo lo ocupa un andamio dedicado a la rehabilitación de la fachada exterior del edificio contiguo.

No se puede decir que la realidad esté imitando al arte precisamente.

Por lo demás consignar, ya puestos, que la gran hiedra que debía dar ilusión de continuidad y permanencia se secó el verano psado de manera sorpresiva y la nueva apenas se enfila unos metros por la pared desnuda. El jardín no es el que debía ser y Parménides, una vez más, ha sido barrido por Heráclito.

1 de marzo de 2012

El futuro fotografiando al pasado


El Mobile World Congress de Barcelona se celebra en "La Fira", a los pies de la montaña de Montjuïc. Sus largos brazos se extienden hasta el Estadio Olímpico, casi un par de kilómetros más arriba y también hacia la ladera suroeste donde entrena Marc con su equipo de American football.

Uno aprovecha las horas de entrenamiento de Marc para bajar al cercano Caixa Fòrum y trabajar o leer en su cafetería. Ayer era imposible: la multitud de ejecutivos (ellos con traje azul marino de cara factura, sonrisa autosuficiente y bolsa de viaje, ellas con blazer sencillo pero de precio desorbitado, bolso de Carolina Herrera o similar y corte de pelo de peluquería exclusiva) inundaba las proximidades a la espera de sus transportes de empresa. Como curiosidad tropológica indicativa de cómo pueden ir las cosas actualmente en la geopolítica del capitalismo global, la flota de Eriksson se componía de varias furgonetas, la de la china Huawei de más de una decena de Mercedes Clase C...

Como no podía llegar en coche, aparqué y caminé por las inmediaciones con ánimo antropológico. Había decenas de policías locales regulando el tráfico y de serviles ayudantes guiando a los habitantes del espacio de flujos hacia sus transportes insonorizados de vidrios tintados desde donde pueden recorrer ese mundo fluido del que habla Manuel Castells. Un mundo que transcurre entre hoteles, aeropuertos y recintos cerrados y que se alimenta de productos internacionales que superan las tradicionales barreras del espacio -el lugar de la producción- y el tiempo -la época natural de cosecha, pesca o caza.

Tanta presencia policial le pareció a uno extraña. Saqué mi smartphone para estar a la altura de mis vecinos ("donde fueres haz lo que vieres") y comprobé que, a pocos centenares de metros, grupos de estudiantes y manifestantes procedentes de las concentraciones de protesta del mediodía "ocupaban", según la prensa, la Plaza de España. Me dirigí hacia allí. Más policías, gritos, evidente tensión y alguna carrera me disuadieron de llegar hasta el núcleo del conflicto pero es que, además, una escena me dejó perplejo y me retuvo: varios ejecutivos fotografiaban, con sus móviles de última generación, los incidentes como quien retrata una curiosidad arqueológica o antropológica, como quien deja constancia de la existencia de un pueblo primitivo.

El futuro fotografiaba al pasado. El mundo líquido, el mundo de la evolución y el progreso congelaba una imagen del mundo sólido que creen desaparecido, del mundo antiguo que algunos se empeñan en conservar para exhibirla como vestigio ante sus conciudadanos. Me di la vuelta y volví a subir montaña arriba: ese mundo líquido nos gobierna ahora pero están muy equivocados sus habitantes si piensan que el futuro se plegará ante ellos como una alfombra roja.