13 de marzo de 2012

La Torre de Uwe Tellkamp: "Guardaos de los países donde la poesía cotiza"


Este mes le ha acompañado a uno la lectura de la mastodóntica La Torre (Sobre un país desaparecido) de Uwe Tellkamp, traducida por Carmen Gauger. Una novela coral sobre la extinta República Democrática Alemana que se ha impuesto en mi ánimo más por la envergadura del proyecto que por su resultado final. Con todo, que alguien sea capaz de escrbir una obra de esta desmesura sin herir al lector gravemente tiene un indudable mérito.

Tan sólo el exceso de "poesía", en el sentido de la desaforada irrupción de comparaciones, más que arriesgadas, improcedentes, sea lo que más halla que anotar en el "Debe" de la obra. Un ejemplo:

"De los colectores de lluvia que remataban los tejados, muchos de cuyos cabrios sobresalientes y a la vista, se habían aprtido como los dientes de uno de los finos peines, hechos a manos, engrasados con deseos y promesas, de los peluqueros de belleza, salían masas de carámbanos, pesados y sucios, como si quisieran hacer callar una caja de música cuya gracia habría multiplicado las grietas de los edificios y reforzado el zumbido de las cintas transportadoras del edificio de la calefacción situado en la ladera del monte" (p819).

En el "Haber", algunas observaciones sobre la experiencia del socialismo real excepcionalmente sugerentes:

"Papá decía: 'Guardaos de los países donde la poesía está muy cotizada. Allí donde la gente recita versos en los tranvías, y otras personas entran a coro, y al final compartimentos enteros repiten rimas, empleados con mejillas húmedas de lágrimas, con la mano derecha agarrada al asidero del tranvía, en la izquierda el billete para el revisor, que recita hasta el final antes de taladrar los billetes', ése no deja ni un verso ni un billete y es capaz de extender órdenes de detención mientras llora conmovido por la belleza de los versos de Pushkin" (p772).

Uno no puede por menos de estar de acuerdo con semejante juicio.