8 de junio de 2012

Revisiones


Al releer, a propósito del comentario sobre Niño Becerra y sus previsiones à la Harich, las notas sobre la crisis y los pronósticos de hace un par de años y compararlas con las últimas, uno se da cuenta de que entonces era renuente a utilizar incluso el concepto de "capitalismo": consideraba íntegramente periclitado el modelo marxista clásico para describir los estados de cosas sociales contemporáneos.

Ahora, dos años después, no queda más remedio que confesar que, con sus insuficiencias, esquematismos y teleologías, el único paradigma teórico que suministra instrumentos de comprensión racional de lo que sucede en la actualidad es el discurso marxiano y marxista por extensión. No todo, ni íntegramente, pero entre su corpus pueden encontrarse conjuntos de descriptores que se avienen mejor con los hechos que otros postmodernos.

No cabe inferir de ello consecuencias políticas ni éticas en clave ortodoxamente marxistas pero sí anotar que, a no ser que uno se refugie en lo conocido ante su incapacidad de comprender lo que acontece y las nuevas explicaciones que se proponen, la aparente aceleración de los acontecimientos históricos puede ser un efecto de superficie...