14 de junio de 2012

Situacionismo


Ayer, primera tarde - autoimpuesta - de descanso y distancia respecto al trabajo. El martes fue un día crucial. Por primera vez nuestro sindicato se apartó de la unidad sindical. Más bien fue apartado por una maniobra indecente del sindicato nacionalista mayoritario de primaria con la connivencia pasiva de los sindicatos de clase. En el fondo, nos vino bien porque estábamos hartos de "luchar" contra las medidas de austeridad a base de payasadas: camisetas amarillas, bicicletadas, chocolatadas, asambleas, etc. Cualquier estupidez antes que plantear una huelga con cara y ojos, sin buscar la complicidad de familias y alumnos. Pues ése es el problema de los sindicatos amaestrados de clase y del nacionalista-"progre": las huelgas se han de hacer sin perjudicar a padres y alumnos.

Tiene su gracia, sobre todo cuando apoyan las huelgas de conductores de autobús que, en buena lógica, no tienen en consideración alguna a los usuarios del transporte público y las llegan a poner como ejemplo de combatividad. ¡Bendita incoherencia! Mientras estos sindicatos eviten perjudicar a los usuarios del sistema educativo, las huelgas serán inofensivas. Y como son inofensivas, los docentes las siguen minoritariamente. Ante esta situación, el conglomerado oficial sindical no hace más que plantear una tontería tras otra , englobadas, eso sí, bajo el concpeto "acciones". Sería de risa sino fuera tan terrible: los cientos, miles de profesores despedidos se merecen algo más que una "sardinada popular" como acción de protesta.

Bien, finalmente, la esperada "marea amarilla" (así la llaman los sindicatos de clase y el nacionalista-"progre") se quedó en agua de borrajas: ni cuatrocientos manifestantes... Nuestra apuesta por acciones más serias y contundentes que dejen de lado a los usuarios del servicio salió reforzada y, con ello, la sensación de que se abre una nueva vía a explorar aunque sea en solitario (ya vendrán los demás... si quieren).

Después de encontrarme con un irresoluble problema informático, retomé el segundo volumen de la edición castellana del Archipiélago Gulag, que me regalaron mis hijos, y me empapé de una prosa menos excesiva, más fría pero igualmente hiriente y brutal que hace que haya decidido leer la obra completa y no limitarme a la habitual lectura del primer volumen.

Luego a deleitarse con el trinufo de la Mannschaft sobre la aborrecible Holanda en espera de una repetición de la final de hace cuatro años. España jugó bien y bonito frente a Italia que también lo hizo, Los locutores de la cadena que retransmite los partidos abusaron del modelo madridista (empuje, testosterona, un "nueve", balones largos) como crítica al modelo barcelonista que sigue imperando en la selección pero lo cierto es que este equipo sigue jugando magníficamente y un empate no es ninguna tragedia.

¿La poesía? Para julio.