21 de septiembre de 2012

Apostilla al comentario sobre la Diada



David, un amable lector de estas notas, le escribe a uno en busca de elementos para formarse una opinión sensata acerca de lo que está sucediendo por estos lares. Su pregunta tiene que ver con la producción mediática del "entusiasmo": "...a raíz de tu último post no he podido evitar hacerme una pregunta, o varias. Calificas de entusiasmo el día de la Diada, ¿puede que, al menos de cara a ciertos medios públicos, también se esté convirtiendo en una obsesión?"

Si interpeto bien la pregunta, la respuesta no puede ser por menos que afirmativa. Como lo sería si se aplicara a la producción de realidad que elaboran los medios de comunicación españoles.

En esta construcción de realidad confluyen factores objetivos de distinta índole más allá de los intencionales y subjetivos que podamos presuponer en los productores de opinión. Es evidente que el pathos dominante en los tertulianos y comentaristas de la COPE o de Intereconomía no es muy distinto, estructuralmente, al que impera ahora en TV3 o Catalunya Radio. Sin embargo, este factor subjetivo (presentadores y analistas simplificadores, maniqueístas, fanatizados y profundamente ignorantes) no iría a ningún lugar sino se amparara en condiciones "objetivas". Citaré tan sólo tres:

- el interés sistémico neoliberal en desarbolar el Estado del bienestar se beneficia de la emergencia de fenómenos nacionalistas que, indiscutiblemente, dividen al grueso de la población asalariada creando conflictos adicionales que enmascaran por falseamiento o, simplemente, superposición, la raíz principal (aunque no única) de problemas como la repartición de la riqueza, la justicia social o el ejercicio de las libertades de los ciudadanos en cuanto tales, en cuanto individuos;

- los participantes en el sistema de la producción mediática y la sociedad del espectáculo catalanes, o que actúan en el horizonte de la lengua catalana (como en el caso de la castellana), tienen mucho a ganar con la apertura de un proceso de secesión tanto por lo que significa de generación de stress (su tarea social principal, Sloterdijk dixit) y, por tanto, de obtención de rentabilidad inmediata, como por la perspectiva que se abre de un estado que aliente subvenciones, premios, publicaciones, etc. de los cuales se beneficiarían simbólica y económicamente: menos participantes, más a repartir;

- a la clase política catalana y su clientela, como en su momento a la española y su clientela, les ineteresa el marco de actuación "nuevo" que supondría la emergencia de un estado para tejer sus redes de influencias y contactos con las cuales obtener, de nuevo, rentas simbólicas y económicas;

Hay más pero sería largo y pesado enumerar los estados de cosas concurrentes "objetivamente" que van más allá del cretinismo de los creadores de opinión y actores de la sociedad del espectáculo y que contribuyen a "crear" una determinada expresión política del nacionalismo.

Ahora bien, de esta construcción artificial de una obsesión, pues de eso se trata al fin y al cabo en cierto sentido, como de cualquier obsesión religiosa, no se sigue que ésta no sea percibida como real y natural por los sujetos participantes en la Weltanschauung nacionalista. Es decir: no es un mero "invento" mediático sin base real. O, en todo caso, lo es tanto como lo fue en su momento España (e incluso ahora). Nadie dudará que "España" es, en buena parte, una construcción "literaria", además de militar o económica, y sin embargo su carácter empirico parece claro.

Desde los medios (y otros lugares, incluida la política dominante en la España de la transición) se ha "construido" fantasmáticamente una expresión concreta y específica del nacionalismo catalán pero eso no lo convierte en un mero constructo que se disipa con el soplido del viento hispánico: el nacionalismo, como la religiosidad pública (no el sentimiento religioso privado), se sustrae a las normas del debate racional, a la lógica del sentido común, a los principios de universalidad, intersubjetividad y crítica y cuando su construcción alcanza determinada magnitud el debate sereno se convierte en imposible y la ley del más fuerte se desencadena en toda su crudeza.

Por mucho que sea una creación artifical...