29 de noviembre de 2013

Crónica de la Nueva Edad (29/11/2013)



Hace unos meses le pedí a F., una amiga que siempre ha profesado una inquebrantable fe secesionista, una reflexión sobre las posibilidades de realización del sueño independentista. Una vez enviada, la dejé reposar unos meses. Hoy la dejo por aquí. Puede observarse como el argumentario secesionista no se ha movido de las líneas maestras que F. recoge. Tampoco lo necesita, bien es cierto. Por ello los que todavía piensan que esto es una burbuja que se deshará en breve harían bien en reconsiderar su posición.


"Actualmente Cataluña está en crisis, más o menos como toda Europa, pero en Cataluña la situación es más grave porqué no depende de sus propios recursos, sino que tiene que esperar a que España se digne cederle aquellas partidas presupuestarias que previamente ha aportado al estado. Y ésta es una situación secular, Cataluña soportando económicamente a España. Esto se podía mantener en épocas de alta producción industrial y de bonanza económica, también funcionó en la era post-franquista, por la creencia mayoritaria de los catalanes que con su ayuda y concurso, España podría evolucionar hasta llegar a ser un pais europeo, posiblemente, con una estructura política federal.
Pero llega el momento en que la economía es catastrófica, Cataluña se ha cansado de batallar con los gobiernos españoles de turno, PSOE y PP, se ha dado cuenta de que España no evolucionará hacia un sistema político federal y por lo tanto no está dispuesta a continuar empobreciéndose, no quiere ahogarse con España, y mucho menos cuando parece claro que económicamente Cataluña fuera de España podría sobrevivir y prosperar.
La economía es la que marca los destinos de la humanidad, aquí no podría ser de otra manera. Cataluña que durante décadas ha funcionado más o menos (más bien menos que más) como entidad política y social autónoma, con estructuras que se asemejan a las de un estado (ha desarrollado políticas sociales, culturales, educativas, sanitarias, etc., autónomas, en ocasiones contrarias a las españolas) está ahora acosada por un estado que parece claramente decidido a volver a valores que muchos creíamos superados: unidad de España, recortes de derechos sociales, clientelismo ..., al mismo tiempo que le hunde la economía.
Si a lo anterior unimos la percepción secular de los catalanes de ser menospreciados, ridiculizados, vilipendiados por España, sin olvidar el giro ideológico de CIU, partido que ha pasado en tres años de propugnar y practicar el pacto, la ayuda fiel (interesada, eso sí) al gobierno español de turno, a exigir mediante confrontación que se respeten las singularidades catalanas, sobre todo que la financiación no dependa de la limosna externa, sino que el Govern pueda administrar los recursos catalanes, la conclusión es obvia: ya no es suficiente una autonomía para Cataluña, tampoco basta con ser una nación federada al estado español, un pacto fiscal es insuficiente, la única salida es la independencia de Cataluña, y ya se asumirán todos los riesgos que ello conlleva.

 
Pienso, además, que éste es un objetivo posible.
Después de las elecciones del pasado mes de noviembre, CIU escoge como compañero de viaje, dado que no consigue la mayoría absoluta tan deseada, a ERC que no dejará pasar la legislatura sin recorrer camino hacia la independencia de Cataluña, básicamente porque éste es su único punto fuerte (no defiende una política económica diferente a la de otros partidos auto-definidos como de izquierdas, no destaca por una visión política aguda, su única baza es la independencia).
Des de la toma de posesión del actual gobierno se van diseñando y llevando a la práctica políticas de secesión: constitución de un comité que dirigirá lo que llaman “la transición nacional”, hay contactos frecuentes con organismos europeos que, llegado el momento, pueden decantar la situación a favor o en contra de la independencia, se estudia cómo organizar la hacienda pública catalana, etc., todo ello, al menos de momento, con una gran paz social. Es cierto que el descontento de amplios sectores en Cataluña es alto, pero no se tiende a considerar al gobierno catalán como culpable de la situación: alta presión fiscal, desempleo, pérdida de poder adquisitivo, recortes de derechos, …, que son achacados frecuentemente a la mala fe del gobierno de Madrid.
Por otro lado, la independencia es bien vista por amplios sectores de la sociedad catalana, e incluso en aquellos que no les entusiasma la idea, tampoco es vista como una gran pérdida o como un peligro. Solo un grupo minoritario de catalanes percibiría como un cataclismo, una pérdida irreparable o una situación directamente trágica esta posible independencia.
Por lo tanto, la independencia de Cataluña, viable económicamente, socialmente, internacionalmente, va a ser una realidad en el corto plazo."