15 de febrero de 2015

Crónica de la Nueva Edad (15/02/2015)


Tras seis días consecutivos en el tiempo de la fiebre, un tiempo simultáneo en el que lo heterogéneo puebla una líquida homogeneidad y el espacio se ensancha y descategoriza hasta parecer puro desierto, parece que la convalecencia empieza a ser lo suficientemente creíble como para que pueda volver al espacio-tiempo en el que suele uno habitar y seguir, a trompicones, este cuaderno. Dejo ahora la entrada que tenía prácticamente acabada cuando la gripe hizo de las suyas:

"Puede que no les falte algo de razón a los españolistas (los unionistas parecen más prudentes) cuando se frotan las manos ante lo que juzgan declive del ímpetu secesionista. Parece, a pie de calle, que su entusiasmo esté en un momento crítico y haya perdido un poco de vigor porque el movimiento esté aquejado de disensiones cuya profundidad no es, todavía, fácil evaluar. Estas tensiones se expresarían nítidamente en la "puñalada" que ERC, sabiamente, ha asestado a CiU al pedir la comparecencia del president ante la comisión de investigación del "caso Pujol". Inesperado, aunque ambos partidos hayan limitado la penetración de la cuchillada al acordar in extremis que declare antes que Pujol y su familia, ERC no tenía mucha más opción sino quería aparecer en tanta connivencia con los chanchullos convergentes como para que finalmente se convirtiera en la copia del original cuando su éxito se sustenta en mantener su patente de autenticidad original frente a los advenedizos, y poco fiables, seguidores de Mas. Si los secesionistas de ERC tienen la posibilidad de inclinar el fiel de la balanza a su favor en las próximas elecciones para jugar su muy arriesgada apuesta (con los datos que uno tiene a la vista hasta ahora, perdedora pero, por su carácter maximalista, capaz de obtener un triunfo más rotundo que el que se adivina con la gradualidad de CiU) deberían continuar escurriéndose del "abrazo del oso".

Aislándonos por un momento de la coyuntura internacional y de la correlación de fuerzas con el estado español, la vía escogida por los republicanos de proclamar la independencia tras el más que previsible triunfo electoral de las fuerzas secesionistas (el cual ya se está tratando de deslegitimar desde los medios de comunicación españoles sin excepción) para redactar una Constitución cuya ratificación sancionaría la voluntad de ser independiente del pueblo catalán, ofrece más posibilidades de éxito que un referéndum real sobre la independencia visto el 9N y el estancamiento de la minoría absolutamente mayoritaria secesionista. En privado, mis conocidos republicanos admiten que el referéndum podría perderse por un margen mayor del que auguran los sondeos de opinión. Por otra parte, muchos dirigentes de la formación parecen creer que la irrupción de Podemos, a la que la prensa secesionista radical ya califica, sin tapujos, como "lerrouxistas", no alterará lo suficiente la mayoría parlamentaria secesionista: cuentan con que la CUP mantendrá cautivo un voto que podría desplazarse hacia los de Pablo Iglesias. Declarada la independencia y redactada la Constitución sería difícil perder una consulta sobre un texto previsiblemente ambiguo, una Declaración de Intenciones tan formal que casi cualquiera podría rellenarla con sus variables específicas, y que se prestaría a la desmovilización de los reacios a la "ruptura con España" al huir explícitamente del "tema". El problema es, por supuesto, España y el resto de Europa pero eso se deja para después confiando en "pragmatismos", "realismos" y otros "ismos" que no acaban de concordar demasiado con la experiencia histórica.

De todas formas, aparte de las luchas internas, el peligro para el secesionismo también tiene que ver, en el futuro más inmediato, con el posible éxito electoral de la coalición Guanyem Barcelona, de la que un tanto penosamente se han desmarcado las CUP anteponiendo, definitivamente, el interés nacional al "de clase". Conoce uno a varios secesionistas, entre ellos votantes de las CUP, que han manifestado su intención de votarles. También me consta que algún españolista, unionistas e incluso libertarios quieren "ventilar" el Ayuntamiento de Barcelona votándoles. Si logran un resultado brillante, el vaticinio de los republicanos sobre la incidencia de los herederos del 15M en las elecciones de septiembre podría revelarse poco acertado y dar al traste con su estrategia sobre la que está pivotando su alejamiento del president.

Tal vez tengan que aceptar, al final, su abrazo..."